BRING ME THE HORIZON – «Amo»
RCA, Sony Music
Lo han vuelto a hacer, para bien o para mal de algunos -nosotros nos quedamos con lo primero- BRING ME THE HORIZON se han tomado su tiempo para volver a sorprender y seguir evolucionando e innovando en su sonido, a pesar de los haters y los talibanes rockeros. Son muchos años y discos, y quizás por ello, la banda sigue experimentando, dejando de lado ya lo que fuera el metalcore de sus inicios. Como hicieran en su anterior obra, «That’s the spirit» (2015) donde tiraron por el rock alternativo con guiños pop, en «Amo» como era de esperar, dados los adelantos, la formación da una nueva vuelta de tuerca a su propuesta, pirada de pinza para muchos.
Ni cortos ni perezosos, esos sonidos alternativos aquí quedan más exprimidos si cabe para forjar a fuego un rumbo radical mucho más mainstream, muy electrónico y moderno, pero que, a todas luces, manejan con una soltura indudable, y eso es lo importante. El cambio pero con estilo. Es por tanto este giro un nuevo avance, sin importar el qué dirán, seguramente perdiendo definitivamente a los más puristas que, lejos de lo que fueron inicialmente, renegarán llevándoles los mil demonios, pero quizás abrazando otros oyentes.
El caso es que «Amo» es una obra de un figura como Oli Sykes, quien junto Jordan Fish en Los Angeles se ha ocupado de la producción para sonar impolutos, poderosos y sólidos. Trece temas que son una montaña rusa, pero totalmente homogénea, bien escogida, donde todo tiene su cabida y funciona y, ante todo, de sonido modernizado con mucho peso y sensaciones brutales.
Es un disco que habla del amor en todas sus vertientes, buenas y otras más dolorosas, y eso en su totalidad es un viaje emocional impactante. Es ahí donde BMTH se marca un tanto a lo Ronaldo. Un golazo sonoro que impacta de inicio a fin. Desde su apertura emocionante «I apologise if you feel something» moderna y sintetizada, muy épica, orquestal, intrigante y poniendo los pelos de punta porque «sentimos» como dice su título.
«MANTRA» es un corte de rock alternativo intenso, muy del estilo de su anterior obra, que explota en ritmo en su pegadizo estribillo y donde Sykes brilla en lo melódico, y donde sale a relucir la bestial producción. «Nihilist blues» es un ejercicio electrónico de categoría. Un rompe pistas que deja impactado a uno, junto a la colaboración del synth pop de Grimes y que va ganando en energía. Puro golpe en el pecho en sus bases.
«In the dark» tiene ese elemento oscuro que adereza la obra, guitarras controladas y un ritmo electrónico jugoso, de lo más abierto del álbum. Sorprende el rock de pegada que posee «Wonderful life» siempre con esos elementos programados y la colaboración de Dani Filth de Cradle of Filth, en otra parte central ampulosa, con Oli comandando la acción de un electro rock brillante.
Lo electro de un tema más instrumental, de base cuidada y repetitiva con para volar alto en «Medicine» uno de sus mejores cortes de siempre. Es totalmente comercial, suave Oli manejándose en un ritmo mucho más synthpop, casi de diva. La ampulosidad y sobreproducción de lo electro de «Sugar honey ice & tea» con partes más rapeadas a los guiños musicales más Post Malone pero electrónicos de «Why you gotta kick me when i’m done». Y para comercial cortes como «Mother tongue» mucho más pop al estilo de bandas como 5 Seconds of summer. Y lo experimental de «Heavy metal» con el rapero Rahzel colaborando, ahí es nada. Pasado todo por lo orquestal, casi cinematográfico de «I don’t know what to say» uno de los mejores temas que han compuesto en su carrera. Un ejercicio de estilo.
Algunas sorpresas más esperan para los que gusten del riesgo musical, de los cambios bien escogidos y de la evolución sin miedo alguno al que dirán. Ellos han sabido mezclar antaño sonidos rockeros con melodías más pop. Ahora el rock mainstream conjuga sin importarles nada con electrónica y un sello personal para una obra destacada.
Miguel Rivera
