GUNS N’ ROSES

Estadio Cívitas Metropolitano, Madrid

09/06/2023

Historia del rock automática

Es extraño lo de afrontar en pleno siglo XXI conciertos mastodónticos de bandas que en su momento lo fueron todo cuatro décadas atrás y que ahora, con sesenta años a la espalda y un repertorio que vive del pasado, sigue levantando expectación a pesar de las limitaciones.

Limitados o no, Guns N’ Roses es un ejemplo claro de vivir de las rentas, de crear una «empresa» en forma de banda que ha conseguido, primero superar una etapa tan cruda, excesiva y excelsa como los 80. Deudores de una época dorada para el hard rock americano, la formación superó las drogas, las peleas internas, la inmensa lucha de egos, una separación, un intento de acabar con su nombre por parte de Axl Rose, y un regreso tan esperado que igual no resultaba como esperado.

guns n roses

Pero no, en 2015 la formación norteamericana anunciaba su vuelta con el gran músculo original, es decir, los antaño enfrentados Axl Rose y Slash (no sabemos si ahora se llevan bien, pero ya da igual) y el bajista Duff McKagan para aplaudida nostalgia de todos.

Un tour de regreso que nos devolvía a una realidad, ya no eran los de los 80 no, pero ojo, memes y risas aparte del estado físico y vocal de Axl, sin su melena, contoneos serpenteantes ni figura delgada y apretada en vestimenta, a MUCHOS nos gustaría llegar a su edad con una voz razonablemente buena, más con los excesos vividos antaño, los movimientos y desplazamientos y la sudada de conciertos que ya superan las tres horas cuando conozco gente que ni con cuarenta y en trabajo de oficina llega en estado deplorable al fin de semana.

guns n roses

Dicho esto, Guns N’ Roses volvían al Cívitas Metropolitano tras ese concierto de 2017 en el Calderón que fue el testeo inicial, después su paso por España al desaparecido Download para, tras una pandemia mediante, regresar a Madrid.

Y así es como vuelvo al principio de esta crónica, porque los norteamericanos nada han cambiado desde su última visita, es más, es el puro ejemplo de empresa musical rodante, en la que no hay prácticamente canciones nuevas más allá del aceptable «Hard skool» (se dice están trabajando en disco), tenemos el mismo visual de entrada y una escenografía reducida a pantallas y poco más.

Ni una pasarela mediante, ni unos fuegos artificiales ni nada que se le parezca pero, ¿a quién le importa?. Hemos venido a ver a Guns N’ Roses, una de las leyendas vivas del rock duro que viven de las rentas de una discografía ínfima en cuanto a cantidad, pero con un puñado de temas mítico que sigue valiendo hasta ahora.

slash guns n roses

Una noche en la que la música en vivo en Madrid vivía una tregua tras unas lluvias que un día antes obligaban a cancelar la primera jornada del Primavera Sound en Arganda del Rey un día antes por el paso de una borrasca Óscar que parecía dejar paso al ciclón Guns N’ Roses.

Para cuando la banda arrancaba con un enérgico «It’s so easy» parecía que el Cívitas se les iba a quedar grande pero pequeño lo hicieron cuando unas 45000 personas pronto dieron solución al recinto.

Quien tuvo retuvo y la solidez de unos veteranos se demuestra en un repertorio inicial musculoso «Bad obsessions», el cover de «Slither» de Velvet Revolver, «Reckless live» o la selvática «Welcome to the jungle».

Todo funciona en una banda que sabe estar en su sitio y centrar sus miradas en su trío original, con especial atención a un Axl Rose que por momentos te engaña, suena soberano y otras pierde sonido en su micro, dejando una sensación de nunca saber realmente si sigue cantando bien o mal, pero que da la impresión siempre de mantener el tipo después de un currículum en vida excesivo.

Música sin juegos de artificio

Un concierto sin pasarela que hubiera dado algo más gancho a la vista, en el que los juegos de artificio parecen dar igual porque la música es la protagonista, pero que en un concierto de estas dimensiones siempre se agradece un poco más de espectáculo, ese que acompañen a canciones de la talla de «Absurd» o «Live and let die» con las que suben el ánimo de un respetable, ese que vive de subidas y bajadas momentáneas, como el citado «Hard Skool» para volver a elevarse con la emocionante «Estranged».

El espíritu musical de antaño es capaz de ponernos la piel de gallina al retrotraernos con «You could be mine», el tema que nos devuelve visualmente a la mejor época de la banda, a un 1991 en el que la imagen que nos llega es la de Edward Furlong sacando «pasta» robada de un cajero con un radiocasete encima de su moto sin saber lo que se le venía encima en su papel de John Connor en Terminator 2.

guns n roses

Los pelos de punta recordando el porqué bandas de este calibre y sin estar al nivel de sus tiempos mozos siguen poniéndonos los pelos de punta. Y claro, las presentaciones también molan, porque cuando Axl nombra a cada uno de sus componentes el estadio vibra, más con Duff y especialmente con Slash, con gritos al unísonos de más de 40000 gargantas y unos solos que dejan ver que el hombre del sombrero es una de las figuras clave del rock de las últimas décadas.

Por supuesto, cuando llevas casi tres horas de directo no todo funciona, y se cuelan cortes eternos como «Knockin on heavens door» que por conocida que sea puede llegar a ser tediosa pero claro, en esa montaña rusa que es un directo tan sobradamente estirado, lo levantan cortes como «Civil war», la maravillosa «Don’t cry», la locura rockera de «Nightrain» y el dulzor que provoca «November rain» a piano, donde Axl sale victorioso y más descansado.

Y aunque parezca mentira, después de más de tres horas musicales y con «Patiente» y «Paradise city» guardas para el final, la gente parece querer más, ahora aupado por generaciones varias en la que madres y padres, hijos e incluso algún «abuelo» regresaban a un gran escenario para rendir pleitesía a un grupo mítico convertido en una máquina empresarial bien engrasada que tira de un piloto automático que, a pesar de todo, nos sigue sonando bien.

Miguel Rivera