EL HOMBRE DE ACERO

EL HOMBRE DE ACERO

Warner Pictures


Muchas esperanzas había puestas en el nuevo proyecto de Superman, y es que bien es cierto que si puede resultar un regalo para un director también conlleva una gran responsabilidad debido a la dimensión del personaje.

Ya comprobamos cómo la nueva incursión en el cine del superhéroe fue un sonado desastre de crítica y público hace ya unos años, por ello el reto se presentaba mayor. Junto con Batman, el mito de Superman es lo más exitoso de DC Comics, quizás por ello Zack Snyder venía a ser la mejor elección tras Watchmen y 300 para dirigirla.

Tras el éxito de la trilogía de Batman Christopher Nolan hacía labores de producción e historia junto a su colaborador habitual David S. Goyer lo que de por sí al menos conlleva casi seguro una profundización y mayor interés hacia el personaje en cuestión.

Tras ver EL HOMBRE DE ACERO podemos confirmar la buena elección en parte, eso sí. Primero por profundizar en la fuerza y quebraderos de cabeza que supone ser un superhombre y no poder alardear de tus poderes en público. Una adolescencia y juventud complicadas son contadas, de manera intensa y muy acertada en forma de flashbacks mientras que el Superman treintañero vaga por el mundo de trabajo en trabajo ocultando su identidad pero bajo grandes acciones.

La acción transcurre con mucho ritmo, solo calmada por la historia de su vida, con un Krypton destruído en su inicio y un general Zod cuyo único objetivo es dar con Kal (Superman). Aquí no hay ni rastro de Clark Kent (excepto al final), una Lois Lane lista y sensual y héroe que busca su destino obligado ante el reto y amenaza de sus compatriotas. Todo se ve envuelto en escenas de lucha y espectacularidad sin límites, que dejan exhausto, con aceleración de cámara y destrucción masiva como la de Nueva York, que recuerda sin tapujos a la escena final de Los Vengadores.

La historia y el film en sí saca pecho en muchas escenas de acción pero ante todo en el personaje de Henri Cavill, muy bien interpretado y profundo en su relación parental con sus padres en la tierra, y ahí se nota el sello de Nolan y Goyer. Donde quizás fracasa es en la concepción de la película como ficción interestelar, dando excesivo protagonismo a las naves y guerra espacial, rompiendo en gran parte la esencia de un film cuya primera mitad es mucho mejor. Una especie de Batman en su personaje en lo bueno, y la ficción y artificio de mitad para adelante al estilo Vengadores en lo menos bueno. El resultado, irregular pero de conjunto válido cuyas escenas de acción son, sencillamente, impresionantes.

Miguel Rivera