SÔBER

SÔBER

16/03/2014

La Riviera, Madrid

La banda madrileña SÔBER está viviendo con su nueva gira una especie de renacer, una nueva etapa que recuerda la fuerza, vitalidad y genialidad de cuando consiguieron subirse al podio con «Paradysso», uno de sus discos más aclamados.

Como si nunca hubieran parado, el grupo ha sabido tomarse las cosas con calma para su nuevo legado «Letargo» disco aclamado por crítica y público que les está valiendo además volver a reunir a sus fieles, antiguos y nuevos haciendo algo muy complicado en estos días para cualquiera, colgar sold out en muchas ciudades.

Una primera tanda de fechas que comenzaban en febrero y cuyo concierto en casa llegaba el día 15 de marzo en La Riviera, todo ello habiendo agotado semanas antes en la sala But por lo que decidieron moverse y aun con una capacidad doble volvían a colgar «no hay entradas» el mismo día de su directo.

Concierto especial como digo, reencuentros con muchos conocidos, foso de fotógrafos a reventar por turnos y la potencia de una máquina engrasada como nunca a quien esperaba una Riviera a reventar, como en los viejos tiempos.


Podríamos denominarla ya su casa, habiendo pasado por muchos escenarios la formación se maneja muy bien en ella, a pesar de las siempre negativas condiciones de sonido de la misma. Floor tira de buen manejo en la mesa para que, en plan peliculero, sonando AC/DC y con la mirada puesta en la oscuridad viéramos salir a Manu en primera posición, secundado después de sus imponentes guitarras,

Jorge y Antonio y finalmente Carlos al bajo y voz apretando los dientes con «Sombras», un inicio que quizás hubiera dejado para más adelante pero que en cualquier caso explosionaba como su escenografía, cuatro pantallas de plasma y un fondo gigante para representar un montaje que acompañaba a cada tema.

«La araña» recordaba por segundo corte consecutivo su anterior trabajo, lejos de la altura de «Letargo» y más aun de la época de cortes como «Diez años» con la gente coreando el estribillo y la formación impecable en todas sus formas. Voz, guitarras, batería, un «transformer» musical que tiene todo tan estudiado que en cortes clásicos de la talla de «Paradysso» o «La prisión del placer» hacen rendir a su público, entregado desde el comienzo pero caldeado con temas ya de nuestra historia musical rock.

Iba siendo paso de disfrutar de cortes nuevos como su «Blancanieve» de estructura similar a los viejos tiempos que en directo convence más aún, a tenor del recibimiento y seguimiento del respetable, mejorando y mucho el sonido a medida que avanzaba la actuación y dejando claro que «Encadenados» y por supuesto «Cubos» son de esos temas que enganchan a uno a sus conciertos. Carlos no estuvo excesivamente hablador en esta ocasión, dejando más paso a la música pero recordando que venía «Arrepentido», uno de sus hits de siempre.

Pequeño parón para reponer fuerzas y regresar con mucho sentimiento ese que Carlos desprende a la voz y guitarra acústica en solitario en «Náufrago», la cual termina todo el grupo con fuerza junto  una impecable «Insecto» que suena mucho más atractiva en directo eran sumamente aplaudidas. Carreras y poses de sus guitarras y la voz de Escobedo adorándonos con un gran poderío al micro, mientras los efectos secuenciales estaban tan estudiados y bien metidos como la banda en lo que estaba haciendo.

«Vacío» y ante todo «La nube» triunfaron sobre manera para llegar a la cadena musical final, metiéndose en camerino y grabando desde dentro a Duo Kie con quien se meterían de lleno en la mezcla de rap y hip hop con «Sin perdón» una fusión que entienden y saben hacer llegar juntos, como ya mostraron en el concierto de los raperos meses atrás en la sala Penélope. Antes «El hombre de hielo», de lo mejor de su carrera, y que en vivo siempre es sinónimo de seguridad para declarar lo especial de este concierto no sin antes ofrecer su «Tic tac» que fue de lo más aplaudido de su anterior álbum. Así tocaba el turno, una vez más y ya nos se cuantas, «Loco», esa locura musical a la que se sumaban más de 2000 gargantas juntas.

Una noche como las de antes, un éxito recuperado, una fuerza y pulso en vivo impecables, un estudio de movimientos, de poses, de voz e instrumentación de quien lleva ya veinte años y que sigue triunfando como hace diez, sin importar situaciones económicas ni personales. Sôber, ellos mismos.

 

Miguel Rivera/J.R.