MANOLO SOLO

EL GRAN SECUNDARIO

El nuevo invitado de #Rostros, Manolo Solo, es sin duda uno de los actores más talentosos y trabajadores del cine. Manolo se ha labrado una carrera cinematográfica de las que apabullan, siendo uno de los rostros más conocidos del cine español que, curiosamente, también lo es como eterno gran secundario.

Viene al pelo ese calificativo para un artista en todas sus facetas, capaz de resolver complicados papeles detrás o al lado de protagonistas de grandes películas o proyectos más pequeños.

La llegada de la pandemia «ha traído más trabajo seguido que nunca» según nos cuenta, un solape de proyectos que le han mantenido trabajando en los últimos dos años y «facturando en un semestre más que nunca» como añade sorprendido. Entre todas esas nuevas películas, algunas por estrenar, llegaba el pasado año la cinta que más Goya se ha llevado en la última edición, «El buen patrón», donde comparte con Javier Bardem, y por cuyo papel de Miralles, el segundo de a bordo del personaje principal, también ha estado nominado.

Pero su prolífica carrera ha dejado cintas para el recuerdo, como su Goya por ‘Tarde para la ira‘ y una filmografía que no termina nunca, y donde siempre le acompañan los aplausos.

Sobre su papel de «secundario» nos cuenta que «habría que preguntar a los directores de casting» la razón de pensar en él siempre para unos papeles complejos a su vez, todo ello compaginado desde hace muchos años con sus pinitos musicales, con banda actual Manolo Solo & Also Starring donde el cine tiene completo protagonismo también.

Vive en Madrid, pero Sevilla le sirve para tomar aire en muchas ocasiones, donde relajar el ritmo de un actor con tanta presencia como buenas formas y simpatía.

Nos juntamos con él en la azotea del Hard Rock Hotel de Madrid (Ronda de Atocha, 17), para conocerle mejor desde las alturas, hacer un recorrido por su persona bajo la musicalidad del lugar, y retratar su alma de rock.

Podemos hablar de Manolo Solo como «el eterno secundario», en su mejor sentido, segundo de a bordo, que no es malo.

Sí, lo veo así, no es malo porque significa que se trabaja mucho, durante mucho tiempo y con esa continuidad. Tiene esa parte buena que es la principal, ahora bien, mentiría si no te dijera que me gustaría hacer un buen principal, que también es cierto que de vez en cuando voy ya asomando el hocico por ahí, pero bueno, no es para lo que me llaman principalmente, suele ser una excepción. Me gustaría hacer papeles en los que se cuente la historia a través de ellos, no solo que sean un elemento de apoyo a una trama secundaria. En cualquier caso lo importante es que sean buenos papeles, porque igual prefiero hacer un secundario potente que un protagonista sin identidad o pobre en una película.

¿Crees que hay una razón para que a un actor le ubiquen en un segundo plano en vez del principal?

La habrá, digo yo, supongo que también son un cúmulo de circunstancias. Yo he empezado haciendo secundarios, te diría que con personajes complicados de hacer e igual ya estoy en el imaginario de los directores y productores, en plan «tenemos un personaje secundario complejo y a quién llamamos», y uno de los primeros nombres que sale es el mío.

Por un lado estoy encantado pero por otro también me gustaría sonar para otro tipo de personajes para los que creo sinceramente que capacidad no me falta. Puede que también el físico influya pero hay tipos más feos o contrahechos que yo (risas), igual eso supone cierta limitación, habría que preguntarles a ellos qué opinan.

Creo que esto que me planteas es una buena pregunta para los productores: ¿por qué a Manolo Solo siempre le veis para papeles secundarios?

Volviste a estar nominado a los Goya por tu papel de Miralles en ‘El Buen Patrón‘, ¿cómo se vive el ir nominado, vas con una idea o no lo piensas?

Depende, yo he estado tres veces nominado, la primera por ‘B, la película’, una completa sorpresa porque era un outsider y ya estaba muy ilusionado, no pensaba que me lo iba a llevar pero una vez que estás allí la ilusión te nace de pronto, unas ganas y un deseo del «por qué no».

Al siguiente año con ‘Tarde para la ira’ si que había mucho revuelo, tenía la mosca detrás de la oreja en el sentido positivo de que me lo iban a dar, y así fue. Y en esta tercera ocasión, yo tenía claro que no iban a dármelo porque los premios anteriores estaban yendo a Urko, y entonces estaba bastante tranquilo, pero es cierto que justo antes, cuando dicen la categoría y los nominados, te surge el «¿y si? y te pones nervioso, pero en realidad sabía que no iba a caer de mi lado.

Los premios que preceden a los Goya, ¿sirven para palpar un poco por dónde puede ir todo?

Sí, sirven de balanza, luego puede pasar de todo y hay sorpresas, pero cuando hay unanimidad de que todos los premios se los va llevando alguien, ya indica que hay bastantes papeletas para que eso también pase aquí.

¿Cómo has vivido estos dos últimos años, pandemia mediante y grabando ‘El Buen Patrón’ en estas circunstancias?

Pues imagino que como para cualquier otro hijo de vecino. En mi caso fue como si de pronto se abriera el suelo bajo mis pies. Aplazarse, posponerse o anularse las posibilidades de trabajo de proyectos en curso o que incluso estaba rodando que se paralizaron, como en el caso de ‘Competencia oficial’ de Gastón Duprat y Mauricio Cohn. De pronto fue un limbo como el de todos, de no saber qué va a ser de mi vida ni de qué voy a vivir, porque además económicamente yo había hecho una inversión reciente en vivienda y estaba completamente a dos velas.

Después del pánico inicial el trabajo comenzó a remontar, y de pronto el segundo semestre de 2020 ha sido el año en el que yo más he trabajado y facturado en un semestre en mi vida, y he trabajado muchísimo a lo largo de ella, pero pasé de de cero a cien, una cosa muy loca, y 2021 también trabajé muchísimo. Justo ahora en 2022 es cuando se está calmando un poco en mi caso, tengo trabajo pero no es la vorágine de solapamientos, de hacer encaje de bolillos o tener 3 o 4 proyectos encadenados de estos dos últimos años.

El precipicio del que habláis cuando termina una película y no hay nada por delante para un actor o actriz, lo hemos podido sentir todos de una u otra manera en esos tiempos.

Sí, como que todo el mundo ha sufrido en sus carnes cómo es el estilo de vida del actor. Aquí es verdad que hay un agravante muy serio de una pandemia mundial. Es cierto que hay cierta semejanza pero con muchos matices más graves que no son equivalentes a la vida del actor normalmente, donde no tenemos una pandemia mundial en nuestra vida habitual (risas).

¿Qué proyectos tienes ahora?

Pues hay cosas pendientes de estrenar. Ahora se ha estrenado «Contando ovejas» de un director novel, José Corral, que ya estuvo nominado en un corto de animación. Es un largometraje de ficción con Eneko Sagardoy y Natalia de Molina, una especie de cómic underground, del género fantástico terror, con tres personajes que son tres carneros como el alter ego del personaje principal y yo he dirigido el doblaje de los tres carneros y hago como el jefe de ellos, una película pequeña pero única.

Dentro de poco llegará una comedia comercial pero muy elegante, «Llenos de gracia» de Roberto Bueso, y luego pendiente otra con un papel más potente «La desconocida» de Pablo Maqueda, junto a Laia Manzanares, de protagonista ambos y es sobre el grooming, el ciberacoso. Y otra de Jaime Rosales, «Girasoles silvestres», además de estar grabando ahora la segunda temporada de 30 Monedas de Álex de la Iglesia.

Las plataformas de streaming ¿se están equiparando al cine?

A ver, el cine ya estaba herido de muerte, esto igual lo está acelerando un poco. Por otro lado, las plataformas se ocupan de nichos más comerciales de gran público, yo creo que el cine va a seguir, no va a desaparecer o al menos no creo, quizás para películas muy grandes o muy pequeñas o especiales, más concreta y para apetitos exquisitos. Pero luego tienes el Cine Embajadores en plena pandemia del que yo igual pensaba que no tendría mucho recorrido, y está funcionando bien, muy bien, con una programación muy currada, con retrospectivas, secciones y mucho curro, pero le está dando sus frutos.

¿Hay quizás demasiado contenido actualmente en las plataformas?

A mi desde luego que me lo parece, tengo la misma sensación que tu, ya solo con lo que me recomiendan los amigos que conocen mis gustos, ya me da la impresión de que no hay tiempo en mi vida para todo ello, y manejo listas que vas tachando una e incorporas tres. Y también me pasa como lo que me comentabas, que intentas ver un consumo rápido y al final me lleva un rato sin saber qué poner, y recurro muchas veces a Filmin, algo un poco más cinéfilo.

¿Qué puedes adelantar de 30 Monedas?

Pues poco pero promete sin duda más disloque fantástico y terror y va a llegar a la ciencia ficción, y creo que la comedia está más presente en esta temporada.

¿Haces amigos de verdad en el cine?

Algunos tengo, creo que pasa en las artes, que cambias de proyecto y equipo continuamente, haces piña con una gente, se crean lazos fuertes en un corto espacio de tiempo, y luego pasa ese tiempo y es normal que como a cualquier ser humano esos lazos se vayan debilitando porque la vida es así, sin culpabilizar a nadie. Dejas de llamar, dejas de quedar para esa cena que haces conmemorativa de una serie, uno no puede, el otro tiene tal cosa, al siguiente año no se hace, y se deja de hacer y como eso con la amistad.

También pasa que hay tiempo que has estado sin localizar o tratarte con esa persona con la que tenías trato de amistad y una llamada es poderosa también, y se puede recuperar.

El número de seguidores ¿es un factor importante para las nuevas generaciones de actores?

Es importante para ellos y ellas, en la medida en que sea importante para los directores de casting o para los productores. Si lo es, y a mi me llega que sí lo es en muchos casos, me parece cuando menos muy triste, porque no es significativo, no se corresponde necesariamente tu numero de seguidores con tu capacidad profesional, eso es convertir la profesión en la gente joven en un mercado técnico donde ‘tantos te siguen, tanto vales’.

¿Te paran por la calle?

Muy de vez en cuando. Hay como dos patrones, uno el que te dice «tu eres actor, te conozco, ¿en dónde has salido?» y que tenga que ser yo el que le diga dónde aparezco, que es un poco violento. El otro caso es el perfil de personas que te paran y te dicen «perdona, te lo tenía que decir y es que me gusta mucho tu trabajo«, y se van. Luego en el medio pues hay un poco de todo, los que piden una foto u otro que te dejan con la pata colgando.

Siempre recordaré cuando una señora de unos 65 años, ella y yo con mascarilla, y en la acera de una calle me mira y me dice «¿Eres Manolo Solo?«, le digo «sí soy yo», y me dice «me vas a dejar que te diga una cosa para mi José Sacristán, Fernando Fernán Gómez y tú, mucha suerte» y se fue. A mi se me formó la lagrimita de Heidi, una forma nada invasiva, con una educación infinita y poniéndome en comparación con esos dos astros, yo no lo creo pero oye, a mi me llegó al alma, una de las cosas más bonitas que me han dicho en mi vida.

¿Bajas a Sevilla?, ¿es muy diferente vivir allí?

Allí puede que pase menos desapercibido, depende también un poco del barrio al ser más pequeño. Es más calidad de vida, menos estresante que Madrid, una ciudad que te mete menos presión, con más comodidad y menos dinero, y más en contacto con tu entorno y tus seres queridos.

Después de dos años de pandemia ¿qué has aprendido?

Yo le he dado forma a mi proyecto de música, al estar en casa miré versiones, repertorio, hice versiones de versiones, la música ha sido gran parte de mi refugio. Y en cuanto al aprendizaje, que somos más resistentes de lo que creemos.

Hablando del grupo, has pasado por diversos proyectos musciales.

De chaval me tomaba más en serio la música, tuve grupos que sacamos disquillos, uno Los relicarios con un par de discos, que estaba un director de cine, Santi Amodeo y cuyo primer videoclip nos grabó Alberto Rodríguez de la Isla mínima, somos amigos desde entonces.

Luego me he sentido algo frustrado porque creo que no tengo tanto talento para la música como me gustaría, y bueno, creo que hice bien en orientarme a esta profesión para la que creo que valgo más, pero la pasión la sigo teniendo y mientras siga disfrutando con ella ahí seguiré. Hace tiempo que me cuesta componer, igual en algún momento tiro para adelante, pero la música me da un color a la vida que me gusta.

En cuanto a mi banda, Manolo Solo & Los Also Starring hago covers de canciones rock de películas, desde los 60 hasta la actualidad y de temas que hablan sobre películas. Hay sección de canciones que han dado nombre a películas, «Crying game», «Man on the moon»… y luego tenemos de algún musical, de las primeras películas El graduado, Cowboy de Medianoche… canciones que hablan sobre cine y donde vamos metiendo cada vez más en castellano.

¿Qué tal ha sido trabajar con Fernando León de Aranoa y Javier Bardem?

Pues un verdadero placer, es un tío muy cariñoso, con un gran respeto, una capacidad de escucha y de comunicarse muy grande y desarrollada, sabe pedir, escuchar, tiene claro lo que quiere y construye unas estructuras narrativas e historias con sus correspondientes personajes dentro, con finura de orfebre pulso de miniaturista, y en las relaciones personales es un cielo.

Javier es un tío normal, con el que te ríes y te olvidas de que es un estrella a los cinco minutos y con el que trabajas como con cualquier otro compañero muy bueno, que eso importante.

Para terminar, dime una película, una serie, un disco y un libro.

Cabrón, esto se avisa antes (risas). Pues una película te podría decir ‘Atlantic City’ de Louis Malle de los setenta, que me gusta mucho. Una serie ‘A dos metros bajo tierra’ o ‘Fleabag’ que es una verdadera pasada. En cuanto a disco, el último que me acabo de comprar fue el de Artic Monkeys «AM» y libro me compré hace unos días una trilogía de Alfredo Sanzón, dramaturgo navarro afincado en Madrid y director del CDM que tiene una trilogía de pequeñas obras que se llaman «Sí pero no lo soy», «Risas y destrucción» y «Días estupendos», las tres vienen en el mismo volumen y sonuna trilogía de teatro.

Entrevista: Miguel Rivera

Fotografías: Arturo de Lucas

Localización: Hard Rock Hotel Madrid