Fórmulas musicales en tiempos de coronavirus

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Arturo de Lucas

A estas alturas del año con más de la mitad de 2020 por delante, y con el verano como máximo exponente de la música en vivo en España, en donde se celebran cientos de festivales y actuaciones el aire libre por toda la Península, podemos decir que será este el peor año musical con motivo de la crisis sanitaria mundial que ha provocado el coronavirus.

Planes musicales que miles de personas, jóvenes y no tan jóvenes, planean desde mucho tiempo antes con previsión, sacando abonos muchas veces aun sin conocer los carteles, véase Arenal Sound, evento juvenil de Burriana que consigue colgar el sold out tan solo días u horas después de anunciar la salida de los tickets, sin desprender nombres de su cartel. un ejemplo claro de organizar las vacaciones en torno a eventos musicales como este, en su particular formato, destinado a veinteañeros, como fórmula que aúna playa, piscina y música. Hablamos de una fiesta que reúne a más de 250 mil personas a lo largo de una semana completa de diversión.

Pero en España tenemos una apuesta diversificada para todos los públicos. Desde el pistoletazo de salida que supone en Semana Santa el San San Festival en Benicassim, pasando por la oferta de propuestas más “city” como Río Babel en julio en Ifema en Madrid, el puente de mayo que viene a ser para lo independiente entre nacional e internacional que propone Murcia con su Warm Up Estrella de Levante, el rock y fusión de un veterano y clásico Viña Rock o el recuperado Extremúsika. Si nos movemos a Palma, el disfrute de un lugar como Calviá de la mano del Mallorca Live hasta otros más multitudinarios e internacionales. Tenemos los festis veraniegos que atraen a todo tipo de público, buscando una experiencia más completa, Bilbao BBK Live, FIB el gigante madrileño Mad Cool como experiencia más internacional, el ritmo que marca la playa y su Low Festival a finales de julio en Benidorm, o la propuesta festiva y gastro musical de Sonorama, un clásico que revienta cada agosto Aranda de Duero.

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De por medio, fórmulas musicales que vienen a aprovechar el turismo de localidades, Mundaka Festival en Bermeo, propuesta fantástica para conocer el litoral vasco y su gastronomía a finales de julio.

Meses festivaleros que parecen no tener fin, con un DCODE que es la fiesta casi universitaria para todos los públicos con la que decir adiós al verano musical en septiembre, este año por partida doble en su décimo aniversario.

Rebobinamos y ponemos el stop a todo ello. A día de hoy, y desde que en marzo comenzara el estado de alarma en el que seguimos sumidos, los eventos musicales en espacios abiertos han quedado en suspenso, por no decir cancelados, dado que sin lo que esperan muchos por parte del Gobierno no es otra cosa que “causa de fuerza mayor” siguen agarrándose a su casi imposible celebración, temas de seguros y cláusulas de por  medio que llevan a un complejo tejemaneje que mantiene en vilo a los festivaleros y clientes propios de los mismos.

Un negocio que mueve cientos de millones y atrae numeroso turismo, teniendo su propio espacio en FITUR, sumado a los directos en salas que desde hace más de dos meses permanecen en una pausa indefinida. 

La cultura y, por ende, la música en directo vive pendiente de un hilo en estos días, con un futuro incierto dadas las limitaciones y reglas de convivencia que empezamos a hacer nuestras. Con la fórmula principal para evitar la propagación del virus como el distanciamiento social, a dos metros de distancia mínimo para las relaciones interpersonales, se hace casi imposible concebir un evento tanto en espacios abiertos de un festival como en lugares cerrados, más proclives aún al posible peligro de contagio.

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En un evento musical como un festival donde priman las relaciones personales, el no distanciamiento, con miles de personas arrejuntadas, hace inviable realizar un evento de tales dimensiones a día de hoy como lo conocemos. Bebemos, saltamos, cantamos y con todo ello, damos pie a las gotículas y esparcimiento de todo lo que se está intentando esquivar desde que se impuso la cuarentena y, ahora, en la denominada desescalada por fases. Todo seguirá después en la “nueva normalidad” y en esa cierta anormalidad normal que nos va a tocar vivir durante largo tiempo, los eventos musicales se agarran a los retrasos, con un octubre que ya acoge en sus fechas una decena de festivales retrasados, con pocas probabilidades de celebrarse.

Es ahí donde comienzan a verse ciertos movimientos y fórmulas dispares, complicadas en cualquier caso, para poder seguir asistiendo de un modo u otro a eventos en directo.

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En China, foco inicial del contagio y propagación del coronavirus, tras volver a cierta normalidad hemos asistido como testigos virtuales a la fórmula de discotecas reabriendo con todo tipo de normativas de higiene obligatorias, con control estricto de aforo y distanciamiento social dentro, con el uso de guantes y mascarillas haciéndolos nuestros como otro compañero más de la fiesta. Complicadas fórmulas en España donde somos de la cercanía social, familiar y entre amistades. Un concierto es significado de fiesta y roce, donde además el alcohol deshinibe muchas veces aunando que bajemos “la guardia” en momentos que conllevan ser estrictos a la hora de mantener distancias y las normas conocidas.

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Tenemos un planteamiento en forma de protocolo para música en directo en crisis sanitaria como el propuesto por Montgorock, el sistema MARKO que consiste en una parcelación de zonas pequeñas o denominados «palcos» de 150 metros cuadrados y acotados por vallado de 1,50 metros de altura, con aforo máximo de 50 personas. Un sistema complicado y costoso pero que podría posibilitar la asistencia con seguridad a festivales y que os detallaba hace unos días aquí.

Dentro de las nuevas fórmulas propuestas, comenzamos a ver por parte de promotores nuevos proyectos con los que poder mantener la escena del directo de una forma u otra. En estas semanas hemos asistido, quizás en demasía y con cierta preocupación del sector, a los live en instagram por cientos de bandas. La fórmula para seguir ofreciendo tu música, por gusto, necesidad, por miedo a ser “olvidado” o por otras circunstancias, han llenado las redes y especialmente instagram de una fórmula divertida y emocional al principio para hacerla a estas alturas algo repetitiva y, por supuesto, sin igual al directo derivado del confinamiento, pero lógica para hacer llegar tu música en encierros como este.

El streaming será en cualquier caso una fórmula muy real de cara a futuro, no free como la entendemos, pero sí con posibilidad de cuotas para directos de grandes dimensiones. La propia gestora del WiZink Center, el cuarto pabellón en cuanto a conciertos anuales en el mundo, ha dicho que estudian fórmulas para poder adaptarse al futuro a corto plazo. Nebulizadores de ozono para limpieza, cabinas desinfectantes, apertura de todas las puertas del recinto, palcos y control y reducción de aforos son fórmulas con las que se podrían asegurar el distanciamiento social, habrá que ver si viables económicamente cuando el concepto musical actual es de “cuanto más, mejor” más en conciertos de grandes estrellas.

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Es ahí donde también el streaming de conciertos entra en juego. Mezclar personas viendo en vivo el directo y otras desde sus casas en streaming bajo pago, como podríamos entender las plataformas de streaming audiovisuales. Todo pasaría por grandes producciones en live, algo inmersivo con numerosas cámaras, y otras maneras de hacer un gran espectáculo donde el cierre del pabellón es inviable dada la infraestuctura que supone y lo que acoge anualmente.

Es por tanto el streaming una variante con la que podríamos familiarizarnos en próximos meses si bien, es una fórmula complicada de entender en nuestro país, habituados al pago en VOD de series y películas pero no tanto para imaginar directos musicales. No por el pago, algo a lo que afortunadamente nos hemos acostumbrado con tarifas planas para acceder a contenidos, más bien porque los directos musicales no son tan fáciles de hacer extensibles entre el oyente y espectador del directo concebido como tal. No es lo mismo ver una película o serie favorita sentado en el sofá de casa que asistir a directos musicales por buena televisión o sistema audio del que dispongas. Habrá que ver, más aún en unos tiempos en los que el streaming de música decae en favor de las plataformas como HBO, Netflix o Disney +. Algo normal, ya que el consumo pasivo que hacemos de la música lo realizamos durante los desplazamientos al trabajo, coche, metro, en el gimnasio, en nuestra jornada diaria o en nuestros viajes vacacionales.

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Los hábitos de consumo han cambiado con el confinamiento, haciendo crecer dichas plataformas audiovisuales de contenidos a la carta y cayendo las reproducciones musicales semanales en plataformas como Spotify como deja ver una análisis de Music Business Worldwide en USA, en la que se reflejaba que el número de reproducciones semanales del top 200 de la plataforma cayó en casi mil millones en la semana del 6 al 13 de marzo, y más aun en la siguiente.

Dentro de estas fórmulas, a finales de enero la empresa de ticketing Music Festival RSS organizó un festival “Bedroom online cloud music festival” a través de la plataforma china de vídeo Bilibili, un YouTube para entendernos. Los usuarios elegían ver las actuaciones en streaming con un gran éxito de público, si bien la cultura allí es diferente. Ya existían por tanto fórmulas como estas extendidas en el país chino, como deja ver que Douyin, la versión china de Tik Tok, ha organizado streamings musicales en tiempo real, solo para ver en ese momento un directo.

Son estas nuevas fórmulas de entender la música, “entender”, dado que es difícil de comprender la música de forma virtual, sin estar de forma presente por mucha tecnología y fórmulas espectaculares que puedan ofrecernos, pero de éxito en el país asiático.

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Lo que está claro es que la pandemia obliga a reformular la escena del directo, una industria que genera millones de beneficios y puestos de trabajo. La música no quiere ponerse en off, y dentro de esa reformulación también conocemos algo llamativo como el formato drive-in, lo que aquí es el autocine extendido a la fórmula del directo musical. ¿Qué es? fácil: asistir a conciertos dentro de tu coche, con la seguridad que ello conlleva en estos tiempos, sentados en nuestros asientos como cuando vemos una película y lanzando la música desde nuestros altavoces del coche. Una experiencia que ya han realizado países como Dinamarca o Alemania con rave musical, como detallan un poco más los compañeros de Cultura Ocio.

Es por tanto la lógica del reinventarse y la subsistencia en tiempos de crisis (sanitaria y económica) la que lleva a plantear nuevos caminos en el corto plazo para la música, caminos y devenir complicados y puede que en estos momentos, difíciles de entender, en un año en el que la música en directo se presta difícil y en el que, a día de hoy creo, no podremos asistir a festival alguno, al menos tal y como veníamos haciéndolo hasta el pasado 2019Las fórmulas ya están sobre la mesa, ¿estaremos preparados?

Texto: Miguel Rivera

Fotos Mad Cool: Arturo de Lucas