KEANE

KEANE

27/01/2020

La Riviera, Madrid

27/01/2020

Hace 25 años que nacía una banda inglesa empeñada en gustar y gustarse a base de piano como eje fundamental con el que entender su música. Cortes emocionales y, a veces, vibrantes donde el sentimiento eran la tónica dominante.

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El alma matter, una voz tan dulce como sus composiciones, la de Tom Chaplin y un disco a su espalda, «Hopes and fears», con una serie de hits como “Somewhere only we know” o “Everebody’s changing” entre muchos otros les catapultó al estrellato inmediato. Dejes e influencias de grupos de la talla de Beatles u Oasis con dejes de Suede, con quienes pueden asemejarse en su capacidad de grandes melodías, les convierten en un grupo de sello propio.

Uno de esas formaciones que, y a pesar de tener algunos discos de calidad como “Strangeland” podríamos decir, a día de hoy viven todavía de unas rentas muy bien gestionadas, algo difícil en tiempos de tanta oferta. Un nuevo álbum excesivamente denso a su espalda “Cause and effect», ha servido para que los británicos vengan de nuevo por la Península y, a tenor del sold out en La Riviera, parece que seguíamos con las ganas intactas por verles.

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Sabemos de su elegancia en disco y, verles en vivo, dejan constancia que no necesitan de grandes artificios porque su música lo es todo, nada disfrazada, más bien desnuda, candente y cálida, apoyada en buenos músicos y mejores canciones, las que sustentan su directo.

Repertorio amplio el de los ingleses, necesario para dar cuenta de su gran cantidad de hits. Canciones como “Day will come”, muy Coldplay empalmando con la dulzura que exponen en “Silenced by the night” de esas canciones emocionantes que ganan vitalidad en vivo para, cuando llevas 15 minutos,  meterte a tus fans en el bolsillo.

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No hay mucho que decir cuando las notas dibujan “Everybody’s changing” ante la algarabía generalizada, una explosión nostálgica que gana adeptos generacionales por lo que podíamos ver y sentir, junto a “Is it any wonder? ” con el que rematar un inicio de faena exclusivo. Chaplin contagiaba su elegancia inglesa y hacía más grande sus canciones, esas que nos elevan y encumbran en vivo.

Una pequeña montaña rusa de emociones, de la agitación a momentos de intensidad y, de pronto, lo más intimista manejados con teclado y la voz tremenda de un Chaplin en la versión inglesa más dulce y amistosa hacia su público.

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Y todo con el brillo de un panel de focos laterales que deja espacio para la magia del cuarteto, conjuntado y sonoramente delicioso en una Riviera entregada que poco a poco iba siendo consciente de estar ante uno de los mejores directos del momento. Una especie de ave fénix para muchos, que renacía ante los ojos de algunos que ponían en duda a día de hoy su capacidad sobre el escenario. 

En esa fiesta a la que ya nos habíamos sumado todos, encontrábamos también, entre todo el romanticismo ritmos bailongos «The way I feel» con un rollazo estilo The Killers que, cómo no, agitó al público y las palmas fueron dibujo en altura durante gran parte del temazo que bordaron. Y por si fuera poco los ritmos veraniegos y frescos los encontrábamos en otro vintage sound que es «Spiralling» haciéndonos olvidar que estábamos a lunes. Pura magia intensa. Bailes que terminaban en un teclado en el frente para que Tom aplicará en él romanticismo con «Bad dream» bajo una recta final de aroma más psicodélico. Todo entre medias con la esencia de bellos temas como «Put the radio on» o «She has no time».

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Un respiro sentado mientras gritaba la sala «oe oe oe«.  Todo era redondo, incluso permitía a su vocalista hacer chascarrillo tirando de clichés con el juego de el «jamón ibérico y pulpo» que por manido del recurso para un extranjero podría ser la única «negativa» de todo un señor ejemplo de concierto.  Arreglando, si es que había que arreglar algo cuando Chaplin inundaba de melancolía nuestros cuerpos en «Try again» empalmando con un subidón de intensidad con un «Nothing on my way» que no hacia más que reflejar la capacidad de llevarnos de un lado a otro de la banda, tan disfrutable y contagioso que entras en su juego.

Y en ese éxtasis no es muy difícil. Convencernos a estas alturas del espectáculo al que asistíamos, sin juegos de artificio, era ya algo en lo que habíamos caído, pero como era de esperar que no por ello menos esperado, el trío de ases musicales que conforman sus hits «This is the last time», «Bedshaped» y «Somewhere only we know» nos rendían definitivamente. Infalibles, increíbles, abrumadores ante nosotros elevaban aún más al cielo a sus fans, nosotros, imperterritos ante la voz inmensa de Chaplin devolviéndonos 15 años atrás y donde en su final se colaba un fargmento de «Bohemian rhapsody» para hacer más ampuloso todo.

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Con todo y con eso y cuando casi llegábamos a las dos horas otra nueva oleada final que, igual de increíble, complementaba el sabor de boca de un café inglés con pastas musicales tan bien añadidas.

Keane, Keane y más Keane. Y así, despedíamos una increíble noche de la que, seguro nos acordaremos a final de año, cuando haya que rescatar las mejores actuaciones de un 2020 que, con conciertos así, no puede comenzar mejor.

Texto: Miguel Rivera

Fotos: Arturo de Lucas