La música vuelve a sonar en Cantabria con RULO Y LA CONTRABANDA

LA MÚSICA VUELVE A SU HÁBITAT NATURAL, EL ESCENARIO

Hace ya casi tres meses, una pandemia nos robó, de alguna forma, la libertad. No solo eso, el coronavirus ha cambiado nuestra forma de entender muchas cosas, empezando por la más crítica de todas, la de socializar. Las relaciones han cambiado, la forma de movernos, de tratar, la de comunicarnos se han visto trastocadas y, por ende, la de otros muchos elementos y quehaceres de nuestra vida cotidiana.

Foto: Miguel de Arriba

Foto: Miguel de Arriba

Todo saltaba por los aires en el mes de marzo, con un estado de alarma que aun perdura en una desescalada, en la que nos encontramos, que va por fases y regiones, intentando alcanzar una meta llamada «nueva normalidad». Término que engloba una forma de vida que, mientras no haya tratamiento y vacuna, hace que nuestra vida se entienda y ejecute de otra manera.

En esta desescalada, uno de los sectores más afectados está siendo el del ocio y, más concretamente, la música. Pero no todo está perdido, si bien los macrofestivales parece no van a tener cabida en 2020, los músicos y artistas tejen nuevas formas de llegar a su público.

Hemos disfrutado de la música en pantalla grande o pequeña, en IG Lives, pero con la vuelta a la calle en busca de esa nueva normalidad, los conciertos de manera diferente empiezan a verse en el horizonte. Mezcla de streaming y de conciertos físicos, una fórmula que parece extenderse que veremos como cohesionan. Pero lo que queremos es poder disfrutar de la música en directo a la vieja usanza, porque eso no caduca, es la forma de entenderla de la misma manera que quien asiste al teatro, para vivir su «directo».

rulo y la contrabanda cantabria coronavirus

El 29 de mayo la música volvía a sonar, lo hacía en Cantabria, más concretamente en el emblemático Palacio de Festivales de Santander, con el primer concierto con público al aire libre de este nuevo tiempo que nos toca vivir. #Laculturacontraataca arrancaba ayer con RULO Y LA CONTRABANDA, los primeros en volver a sonar al aire libre y con público, ante 100 asistentes distanciados bajo las medidas de seguridad conocidas.

Sí, una fórmula diferente, sentada, sin brincos, saltos o gritos, algo íntimo a lo que obliga el momento, pero el mero hecho de volver a disfrutar y ver a un artista debe hacer que merezca la pena, sentando base de lo que vendrá. Dos metros para mirarnos, sin abrazos ni «minis» que compartir con el otro.

Arturo de Lucas (en la Riviera)

Arturo de Lucas (en la Riviera)

El músico cántabro compartía fin de semana musical, el primero de la nueva era, con Billy Boom Band, Vicky Gastelo, Repion y Deva, todas bandas de la región. Como hemos conocido, las sillas elemento clave para ver un concierto, y darlo, dado que los músicos salieron de esa guisa como bien nos cuenta el propio Rulo, a quien «interrumpimos» en sábado: «aquí me pillas, llevando la mascarilla como todo hijo de vecino». El músico actuaba ayer ante un pequeño aforo para el que se había preparado gel en su entrada, mascarillas y protocolos de seguridad implementados con miembros de seguridad que ofrecían, en la fórmula musical actual, garantías de seguridad con las que ‘volver’ a disfrutar de la música.

Su actuación anoche era un regreso al escenario muy distinto al de otras veces: «fue sin duda muy raro pero a su vez muy bonito. Lo mejor ha sido poder hacerlo fuera», porque el Palacio tiene cuatro salas. Lo dije por el micro «llevamos dos meses en la cabaña en pijama, y de pronto verte aquí, es una sensación muy emocionante, muy potente».
Bonito regreso a su casa, Cantabria: «se daban dos cosas, era volver a casa, primer concierto tras el confinamiento y el lugar donde se celebraba, en la terraza del Palacio de festivales donde nunca se había hecho nada ahí, veíamos pasar barcos de gran tonelaje mientras cantaba, con un tiempo de verano. No pensábamos que íbamos a disfrutar tanto y, aunque íbamos con la premisa de pasárnoslo bien, antes de salir era una sensación muy potente, porque de esto nos avisaron hace muy poco y me veía sin tocar muchos meses. Me he tomado muy en serio el confinamiento sin salir de casa, componiendo, terminando un libro que publicaré en septiembre. Le cogí el punto a estar en casa y salir me provocaba un gran vértigo».
Arturo de Lucas (en la Riviera)

Arturo de Lucas (en la Riviera)

Un síndrome de la cabaña real incluso para un músico acostumbrado a viajar, a estar fuera mucho tiempo. «He sentido ese síndrome, lo de no quiero salir es real, pero es precioso volver a verte en un escenario». Una vuelta con mascarilla: «salimos así por empatía también con el público, aunque la mayoría se la quitó después porque tenían una distancia de seguridad estricta de mínimo dos metros. La premisa era que cuando acabara el concierto la gente pensara que había asistido a algo único, por lo que significa volver a ver música en directo, y en especial para Cantabria también. Nosotros nos emocionamos y nos hemos sentido muy privilegiados.»
Es, como esperamos, una vuelta diferente a cuando decides no tocar para estar a otras cosas, sobre lo que nos dice «he parado para componer un año, pero por circunstancias completamente diferentes a esta, y volver así es una sensación muy potente. Pero qué bien nos supo, en fase 2 para después irnos a cenar, nos tomamos un vino y te sentías feliz. Ayer fue mi primer café en una terraza antes del concierto, volví a encontrarme con el mar, fue algo muy especial».

Terminar un concierto sin abrazos: «es sin duda muy raro, al estar en acústico me puse de pie y fui a darle un beso a Fito y me di cuenta, y lo dije por el micro. Al terminar nos asomamos al borde del escenario cada uno con su distancia de seguridad para despedir, y sin duda fue muy raro, pero para bien, porque estuvimos muy cómodos, con «La última bala» que fue el tema que cerraba y con el público cantando, pero sin moverse nadie, porque la gente en su mayoría está concienciada. Yo vivo emocionalmente del escenario y me llevo toneladas para unas cuantas semanas».

Sobre la vuelta de la música lo tiene claro: «si las administraciones ayudan, el artista baja el caché si quiere tocar y el público se adapta, todo es posible. Conozco promotores que ya están organizando para conciertos al aire libre de 500 personas en verano, con todas las medidas de seguridad, creo que el verano estará lleno de conciertos y la imagen de ayer era esa, se puede, incluso con iniciativas privadas a futuro».

palacio de festivales

Hay síndrome de la cabaña, pero la gente, igual que ha salido a las terrazas, seguro que responde a la música. Sobre ello comenta «es verdad que eran 100 personas pero en minutos se agotaron, colapsando el sistema, todos los artistas hemos agotado, la gente está con mucha hambre, fíjate cómo me supo a mi el café en una terraza. Al final en estos formatos prima la música por encima del espectáculo».

Sin duda, una conquista social, un paso adelante en el retorno de la actividad cultural presencial y un nuevo abrazo, aunque sea en la distancia para volver a tratar con la música en vivo, engañando al virus para que la música vuelva a estar entre nosotros. Prudencia, responsabilidad pero mucha ilusión y ganas, que eso nunca falte.

Miguel Rivera