Rock in Rio Lisboa devuelve la felicidad a miles de espectadores

Ha sido complicado, un camino de dos años de espera por el coronavirus y una especie de letargo continuado hasta llegar a un 2022 en el que poder recuperar la sonrisa y por ende, la celebración de los festivales, aquellos que hacen nos sumerjamos durante unos días en un mundo paralelo en el que la música, las risas, las caminatas y los amigos forman parte vital de la experiencia.

El planeta de entretenimiento que es Rock in Rio Lisboa, ha dado el pistoletazo de salida este fin de semana, en dos primeras jornadas de cuatro – las siguientes serán los días 25 y 26 de junio- para volver a sonreír en el Parque Bela Vista de Lisboa.

Es el festival una excusa perfecta para aprovechar y conocer, o volver a descubrir la belleza de la capital portuguesa como en mi caso. Una ciudad llena de encanto, miradores y aroma antiguo que le aportan el ingrediente añadido al festival.

Tras una primera jornada en la que Muse coronó la noche en un concierto épico, el mastodóntico festival ofreció una segunda cita en la que cambiábamos completamente de registro, con artistas femeninas y nombres de diferente calado, en un día disfrutón, mucho más soleado, caluroso de día y bastante fresco de noche.

Para los que quieren aprovechar la experiencia al completo que ofrece Rock in Rio Lisboa, lo mejor es llegar con tiempo. Los sponsors cuentan con diversos stands distribuidos por el gigante recorrido del Parque Bela Vista. Para los intrépidos, la tirolina del escenario Mundo, y una parte trasera en la que encontramos todo tipo de casetas en las que echar gran parte del día mientras esperamos los grandes conciertos del día.

Sorprende más aun ahora ver las sonrisas de miles de personas volviendo a disfrutar de un evento de estas características, sin mascarillas donde los abrazos y los besos se convierten en parte esencial de un recorrido cuyo final nos acerca a una noria, donde encontramos también un stand de carga de móviles, otros en los que ganar premios o mostrar nuestras dotes cantando en el karaoke.

Cuando el hambre aprieta, la Ciudad del Rock nos ofrece la posibilidad de elegir en el continente «Chef’s garden», de hacer un family tour con los tuyos o jugar a videojuegos. Un día para seguir descubriendo rincones mientras la música venía a cuenta de una tarde en la que Miss Caffeina dejó su impronta «china» con algunos temas de su nuevo disco «El año del tigre» y especialmente sus grandes clásicos tratando de arañar nuevos oyentes en el Escenario Galp.

La tarde cogía ritmo de baile mientras seguía entrando gente, aunque no tanta como en la jornada anterior, para romper caderas con el brío y actitud de una gran Ivete Sangalo, contrastando con los cambios musicales de Ellie Goulding, capaz de ofrecer tintes pop más emocionales para escuchar sentados o pegar un brinco y bailarnos hits como «I need your love» o «Lights» para alegría del público.

Siguiendo el camino marcado por el talento femenino, en el Escenario Galp nos arrollaba el ciclón Iza, con sus bailes marcados y ritmazo, consiguiendo arrastrar a miles de personas en uno de los conciertos más multitudinarios del nombrado escenario.

Y acabando nuestro paso en el «Mundo», unos Black Eyed Peas que volvieron a tirar de un repertorio y sonidos remezclados, consiguiendo enganchar al público por momentos como «Where is the love», «Don’t stop the party» y especialmente «I gotta feeling», canciones que todos conocemos pero que no taparon que el mejor momento de la banda pasó hace mucho.

Un final de fiesta para un primer fin de semana que ha sido toda una experiencia, un lugar de reencuentros y felicidad entre muchos portugueses pero donde vimos más nacionalidades diferentes visitando una «ciudad del entretenimiento» como forma de recuperar lo que el coronavirus nos robó: vida, sonrisas, besos y abrazos, en definitiva, la felicidad.

Miguel Rivera