Uber, el cabeza de cartel inesperado

Que vivimos en un mundo capitalista a nadie se le escapa, y al final tenemos un circo de vida en el que con más o menos complicidad, acabamos entrando todos en el mismo juego, con diversa capacidad de respuesta y donde Uber estos días ha apuntado bien alto para quien ha querido entrar en su malvado (y aceptado) plan.

Queremos norias, brillantina y volver a casa, pero no debemos hacerlo a cualquier precio. Tenemos claro que Mad Cool, como algunos otros macro eventos es un circo musical, en el que para muchos la música es lo de menos, y hacer el mamarracho en colaboración o no con marcas, beber a precio de oro y pasar calor como nunca, en un césped «cortadito» con el que disfrazar el desierto de Valdebebas, nos vale.

Una edición, la de 2022 que termina hoy con su quinta jornada (una añadida que no entra en el abono) y que de puertas para dentro, para nuestra fortuna y sorpresa, la cosa funciona, no tanto en las cenas a horas punteras pero sí en cuanto a barras y servicios, con comodidad por regla general para consumir. Pero de puertas para fuera la cosa cambia, o al menos para muchos, no es mi caso, ya que desde pequeño nunca me gustó que me robaran.

«Queremos norias, brillantina y volver a casa, pero no debemos hacerlo a cualquier precioDesde pequeño aprendí que no me gusta que me roben»

La dinámica es pagar por todo, algo obvio cuando consumimos un servicio, pero como sociedad acabamos entrando en un círculo vicioso donde la oferta y demanda acaba explosionando y explotándonos como ciudadanos y consumidores también.

Conocido es el caso de Uber en el festival. Patrocinador como medio de transporte de vuelta, con un parking para ellos solos, a las puertas del festival que ya calentó al sector del taxi al desplazarles a ellos a dos kilómetros de la salida, una buena vuelta para encontrar sus servicios, ese que puede estar en ruta pero que aquí se ha visto relegado en favor de la empresa de VTC.

«¿Puede ser la asociación Mad Cool y Uber una de las peores campañas de marketing en tiempos?»

Las críticas no tardaban en llegar en dos primeros días de auténtica locura. Twitter está siendo un hervidero para la que puede ser la campaña de imagen más lamentable como partner de un evento. Esto no va de ser millennial, cómodo o no enterarse de nada, la vuelta de un festival es posible y debe serlo más allá de un servicio «acomodado» en la puerta a altas horas de la noche. Es cierto que no se entiende como el Cercanías de Valdebebas estos días cierra a las 00:00 horas teniéndolo en la puerta, pero con Metro hasta las 4am sin parada hasta Nuevos Ministerios, lanzaderas en el otro lado del recinto a Plaza de Castilla y también los citados taxis, hacen que tengamos más opciones que la de plegarnos al maquiavélico plan de la oferta y demanda que rige una VTC como Uber.

Hemos visto viajes de auténtica locura, creados a imagen y semejanza de quien está haciendo uso de lo que viene a ser un robo a mano armada. Que la app salte con desplazamientos que rozan o superan los 100€ desde Valdebebas al centro o Embajadores es, de por sí, obsceno, pero más lo es si entramos en esa rueda de criticarlo y aceptarlo a su vez con «tal de volver».

«No puede ser que viajar a Laponia me saliera más barato de lo que algunos están pagando por volver a casa de Mad Cool»

No vale todo señoras, señores, señoros, porque hacemos de este Madrid asfixiante una ciudad peor para convivir, en la que las casas siguen subiendo gracias al circuito de comprarlo mal que pese, a pesar de un precio de mercado irrisorio, que nos lleva a su vez a que Uber entre en esa dinámica de demanda en la que nada importa, todo vale, asociado a un evento para hacer un gran negocio.

Habría que preguntarse qué lleva a que un festival se asocie a una marca como Uber priorizando el pago a lo grande, y que la gente acepte hacer viajes por el desierto de Valdebebas a un destino sin playa con precios de trayectos por Europa en avión. No puede ser que viajar a Laponia me saliera más barato de lo que algunos están pagando por volver a casa.

«Nos quieren hacer creer que la renta media es de 100 mil euros, que salir de un PAU como Valdebebas debe costar 100 pavos y que la noria de esta vida en la ciudad ha ser el saqueo constante«

En un Madrid en el que algunos alardean de bajar impuestos, esos que sirven para que tengamos más Cercanías o frecuencias en un Metro que por cierto, en el día del Orgullo y Mad Cool a su vez, presentaba frecuencias de 10 minutos, ahí es nada, porque queremos pagar menos pero tener de todo, y muchos acaban relegados – aunque haya alternativas – a altas horas de la mañana a un servicio de Uber a precio de Madrid – Polonia.

«La gente acepta hacer viajes por el desierto de Valdebebas a un destino sin playa con precios de trayectos por Europa en avión«

Nos quieren hacer creer que la renta media es de 100 mil euros, que salir de un PAU como Valdebebas debe costar 100 pavos y que la noria de esta vida en la ciudad ha ser el saqueo constante, y la vida deber ser otra, en la que todos debemos poner de nuestra parte, más allá de colgar el tuit de turno para protestar, no pasar por el aro y buscarnos la vida aunque tardemos de largo lo que el trayecto de lujo son diez minutos, justo en un Madrid donde la libertad termina a las 3 am. Sólo así, ayudaremos a hacer de esta ciudad algo mejor y de no catapultar un servicio cuestionable convertido estos días en un atraco a mano armada en el que somos partícipes, de lo contrario, acabaremos siendo lo que el plástico al mar, y ya sabemos lo que eso significa.

Miguel Rivera