Veneciafrenia

Sony Pictures

Partiendo de la base del “turista como enemigo”, la nueva película de Álex de la Iglesia, Veneciafrenia hace un recorrido tétrico por la turismofobia más desbocada y perversa, aplicando las fórmulas que tan bien maneja el director vasco, con el humor negro y el terror como ingredientes tan bien ejecutados como necesarios en lo que propone, de arranque sublime e inquietante, aunque ese clímax se diluya en su recta final.

La premisa no es otra que la de un grupo de turistas españoles, los cuales deciden viajar a la siempre atractiva Venecia para celebrar una despedida, dejando patente desde su llegada que no son bienvenidos, con protestas a las puertas de los grandes cruceros turísticos.

Con un prólogo excelente en el que nos mete de lleno en lo que estamos a punto de ver, De la Iglesia acierta eligiendo uno de las ciudades turísticas con más encanto a la par que idónea por todo lo que esconde en sí misma en su truculenta propuesta, el carnaval de máscaras, góndolas y sus calles laberínticas.

La ambientación brilla de forma sobresaliente, jugando con la noche y el día, pero donde el terror acecha en todas sus esquinas tras asistir a una fiesta carnavalesca donde el grupo de amigos “es vigilado”, con la consecuente persecución y asesinatos en la ciudad que vendrán a continuación, donde un hotel, un teatro y una casa serán puntos clave en la acción.

El director apuesta por su particular humor para marcar a un grupo de protagonistas/turistas con los que por un lado empatizamos pero que odiamos también, sabedores de que en parte representan algunos de nuestros vicios como visitantes.

Es ahí donde un grupo de enmascararos harán de las suyas, en especial el personaje Rigoletto, interpretado por un notable Cosimo Fusco junto a las también acertadas Ingrid García-Jonsson (la más sensata del grupo), Goize Blanco y Silvia Alonso, todo ello para convertir la fiesta inicial en una masacre cual ópera violenta en medio de las estrechas calles de la ciudad de los canales.

Un alegato en contra del turismo masificado que es también una postal majestuosa de Venecia, plasmada en esta ocasión de forma enmascarada bajo el prisma de violencia, asesinatos gore y persecuciones adrenalínicas que convierten a Veneciafrenia en un slasher frenético que no deja títere con cabeza.

Miguel Rivera