Loveless «End of an era»

Imagino que los tiempos que nos ha tocado vivir y conocer han llevado a muchos a luchas personales, a ver el mundo de otra manera y también a sacar los demonios internos para plasmarlos de una manera u otra y tratar así de ser más feliz con uno mismo.

En el caso de los artistas la música es la válvula de escape para dar luz a una oscuridad interna como la que esconde «En of an era», el último y notable trabajo del dúo angelino Loveless.

La formación ha conseguido dar rienda suelta a demonios internos para forjar un trabajo de nueve canciones que exploran todos esos sentimientos propios para llevarnos por un viaje emocional al detalle. Sorprenden con la calidad de unas composiciones por las que camina una historia en forma de temas que cuentan con un trasfondo de oscuridad bien manejado.

Te metes fácil en ellas porque a base de energía y melodías contagiosas, estribillos emocionales y garra nos muestran todos esos conflictos internos de uno.

La conexión emocional que consiguen sus canciones es la baza sorprenden de este «Fin de una era» que no es más que el comienzo brillante de los acontecimientos.

Forjan un dramatismo poético y honesto, ahí encontramos la gran fuerza del álbum, lenguaje metafórico para lidiar con ese tormento de muchos. Ensoñaciones frustradas, esas que corretean por pensamientos melancólicos que explotan en cada canción, en un emo sumamente emocional.

La felicidad transformada en tristeza musical brillante, melancolía que muestran en «Is it me» una especie de conversación interna y preguntas a uno mismo. El brillo más punk pop de una pieza sensible con un estribillo muy americano en «Killing time», pasando por la fuerza melancólica de preguntas sin respuesta en la noche, «Middle of the night».

Toda esa experiencia musical triste la plasman de manera pulida en la crudeza de «Worst case scenario», un corte emocionante que explota diciendo «el peor escenario posible jugando de nuevo en mi cabeza… nada queda por hacer» pasando por el emo sentido de «Sorry i’m a downer» moderna y cuidada para pedir perdón «por ser un depresivo, hablar de mis problemas y tratar de resolverlos».

Por el camino encontramos su particular homenaje al «Running up that hill» de Kate Bush que vive una segunda juventud por Stranger Things y que ellos han recrudecido. Y por supuesto también el hueco para el amor tratado con calma en un cuidado inicio en «Just like i do» para mostrar todo ese universo del desamor «¿te sientes solo como lo hago yo, también odias el latido de tu corazón? cerrando de forma desgarrada en ese «Everest» con toques pop, pesimismo y desamor.

La banda de Los Ángeles juega con los sentimientos, demonios internos y frustraciones creando un álbum de altura, de letras cuidadas y melodías tan contagiosas como dolorosas.

Miguel Rivera