BOMBA DE HUMO

Suma de Letras

Laura Santolaya

Nunca tuve miedo de enfrentarme a la temida hoja en blanco, es más, como periodista me pone, siento como un chute de dopamina cuando me pongo a ello, porque tengo suerte y cuando me siento a escribir siempre surge la historia en mi cabeza, esa que seguramente haya ido dando forma mirando por la ventana de un bus o como en este caso, corriendo 10 kilómetros en la mañana. Para los que quizás no hacéis deporte o corréis, una de las cosas más atractivas es que se construyen historias a base de sudor de manera inimaginable y sin tomar notas.

«Bomba de Humo» es la historia que Laura Santolaya, por muchos conocida como ilustradora bajo su alter ego P8ladas, ha creado en su primera novela, un viaje por el amor pero ante todo desamor, para regalarnos al final una historia de autoconocimiento, en la que la crisis de la mediana edad, un curso de cocina y un viaje a Grecia forman parte de una aventura a veces divertida y muchas otras (las que más) reflexivas en torno a algo destructivo como es te rompan por dentro pero de la manera cruel que encontramos. Aquí no vamos a ver viñetas, pero sí el sello de Laura, ese que personalmente siempre me ha gustado por la ironía, sarcasmo y acidez de ver ciertas cosas en la vida, alejándose del mensaje Mr. Wonderful, positivismo casi tóxico con el que podría vomitar.

Es curioso esto del amor, lo bonito y complicado que es a veces, un recorrido que a mi entender siempre ha sido una montaña rusa, con un camino divertido y emocionante desde abajo, cuando te conoces y que gana en intensidad en sus primeros compases, a veces con ritmo vertiginoso y espectacular de camino a la cima, porque siempre hay un momento que llegamos a lo más alto, con suerte te mantienes ahí pero lo más seguro es que entonces desciendas, en un recorrido más o menos largo de dudas y miedos, y que en su caída a veces nos lleva al desamor. El camino y final marcarán después cómo resulte y en qué estado quedemos.

Hemos conocido lo que hay tras el amor y el desamor, dos caras de una misma moneda, y si la cara B no la descubriste, mejor

La historia de Lena, la protagonista de Bomba de Humo, tiene el perfil destructivo de quien te desarma sin saberlo porque todo comienza con ella en un estado marginal y afectivamente descorazonador, en un momento en el que decide coger un avión, dejar atrás momentáneamente todo en Madrid, y viajar a Grecia para encontrarse en lo personal que de alguna manera le hace encontrarse y lo más importante, conocerse mejor a sí misma.

Es una historia que a lo largo de poco más de 350 páginas hace que por momentos nos sintamos cercanos o incluso identificados, porque todos o casi todos, hemos conocido lo que hay tras el amor y el desamor, dos caras de una misma moneda, y si la cara B no la descubriste, mejor.

Dos noches han sido suficientes para leerla, profundizando también en lo personal, porque lo enriquecedor de la novela es que de alguna manera podremos acercarnos a nosotros mismos si recurrimos a nuestro interior mientras pasamos sus páginas. Dos días de lectura para bucear en la bomba que es la cabeza de cada uno, viendo la historia de Lena como cruel por la forma de romper, descubrir que “Ese” que es como denomina al ex, te ha estado engañando y hacerlo de la forma más fortuita posible, abriendo el ordenador para hacer la compra donde él se ha dejado el WhatsApp abierto para de pronto asomarse al precipicio de quien esconde una doble vida, como el agente Ethan de Misión Imposible o el Harry de Mentiras Arriesgadas, pero aquí no hay agentes secretos ni superhéroes, encontramos a un cabrón de dos patas al que has querido y cuya doble vida tenía una misión: liarse con otras.

Mientras leía la historia de Lena, una de las frases recurrentes que surgía en mi cabeza era “no estoy tan mal” y que siempre hay alguien peor que tu, Lena seguro. Al fin y al cabo, en mi caso personal fue la distancia la que rompió una relación de casi una década, para mantener una amistad en la distancia, esa misma que con un “charco” de por medio terminó, con dolor pero de manera natural y entendible por ambas partes. Aun así siempre quedan “cenizas”, porque el tiempo cura pero no lo arregla todo, menos cuando sucede antes de una pandemia en la que durante dos años no habíamos conocido las distancias y la soledad como hemos hecho todos.

Cuando en la vida de Lena todo está del revés, el dolor es intenso, las borracheras presentes y la pérdida de identidad y rumbo se hacen patentes, es cuando decide hacer esa ‘Bomba de Humo’ que la lleva hasta Grecia sola para autodescubrirse, con la intención única de volver a encontrarse. Dentro de esa aventura noto cierta sensación de empezar de cero sin hacerlo del todo, primero con un curso de cocina griega como regalo para tratar de liarle una cita a ciegas por parte de unos amigos que no resulta como pretenden. Esos cursos y regalos tipo Wonderbox que si fura real yo recibiría con una sonrisa y un «me cago en mi vida» por dentro, esos que te obligan ya a tener que gestionar aunque no te apetezca una mierda, y si encima es de cocina menos.

El caso es que ese curso conllevará un encuentro fortuito en el viaje personal, quizás la aventura más Hollywood, esa que de alguna manera parece que cuando rompemos, sin decirlo, montamos en nuestra imaginación, con mayor o menor distancia desde la ruptura, no sé si motivados a veces por la presión social que marcan los designios del señor de trabajo, casa, pareja, y si es con hijos mejor. Parece que tratamos de imaginar que algo sucederá y todo lo que no sea eso, es decir, estar solter@, parece un fracaso.

Los amigos de Lena siempre se empeñan en darle ánimos, a veces incluso molestos como en algunos momentos con Vera y Mauro, pero a sabiendas que son su gente. Se habla de la zona de confort también, esa de la que incluso algunos muchas veces te animan a salir, esos mismos que viven muchas veces con vacaciones rutinarias en la casa de la playa o el pueblo y de quien no ha salido más allá de Galicia. Recurrentes los que dan lecciones de lo mucho que follarían si estuvieran solteros cuando no han conocido más de una pareja en su vida.

Recorro el camino mental por momentos de Lena, mientras ella brilla cuando suena “My baby just cares for me” de Nina Simone o disfruta en el mar con “Island in the sun” de Weezer, pero cuyo viaje personal me acerca más a historias musicales como lo punzante de Alice Wonder gritando “Que se joda todo lo demás”, o a Natalia Lacunza en “No me querías tanto” en esa letra que es misa para el caso: “quién me arregla a mi lo que tu hiciste mal, por mucho que lo intento no puedo olvidar” para “Salir” con Alizzz, esa forma de escapar e intentar olvidar para siempre. Son canciones que casan bien con la realidad de Lena, levantando muros que hacen su prota vaya con cuidado, pero cuyo viaje de dos semanas servirá para conocerse y conocernos de alguna manera también.

Es el recorrido de la destrucción inicial, sorprendente por los acontecimientos que llevan a romper cuando ella pretende casarse con “Ese”, descubrir una doble vida y caer en el pozo de los infiernos. Cuando nada funciona, una bomba de humo meditada, un stand by laboral de unas semanas, el mar y una historia sensual de por medio con bonitos aires de película romántica, pero sin el final feliz que esperamos, sí el mental y más importante, construyendo una historia que devoras.

Es «Bomba de humo» saber quererse una misma y seguir adelante, con fuerza por mucho que el dolor, que siempre queda como pequeñas cenizas, esté de alguna manera presente. Pero seguimos, porque la vida es corta y ya hemos gastado un día, pero si es leyendo, nunca será tiempo perdido.

Miguel Rivera