LORI MEYERS

Teatro Eslava, 22/03/2022

No todos los días se inaugura una sala en Madrid, y menos después de dos años de dificultades para la música en directo como la que hemos vivido con motivo de la pandemia.

Tanto es así que muchos grupos aún no han podido presentar en directo esas obras que han ido saliendo en torno a 2020 y 2021, pero parece que llegó la hora (cruzaremos los dedos) de la vuelta a la normalidad, la normalidad real y no la nueva, como bien me indicaban Lori Meyers en una entrevista un día antes de actuar en el nuevo Teatro Eslava.

La banda granadina volvía el año pasado con un notable «Espacios Infinitos», un disco que habla de lo vivido, pero también mira en positivo por lo que vendrá, en su caso muchos festivales. Pero antes su puesta de largo en Madrid, tras hacer La Riviera en plena ola ómicron, ahora volvían para abrir la reinaugurada y mítica sala madrileña.

La salida tranquila bajo aplausos de una sala a rebosar, como en las mejores ocasiones, ávidos todos de disfrutar ya casi como antaño de un concierto. Toda una declaración de intenciones como quinteto cantando sobre el “Presente” al unísono “Hay que disfrutar del presente…” que de forma evocadora y con una proyección psicodélica de fondo, nos hacía abrazar el comienzo de la fiesta Meyers. Con “Luces de neón” el fondo visual tomaba mayor protagonismo y la locura de los allí presentes comenzaba a desatarse.

“Fatiga pandémica” dejaba ver desde el primer momento que las nuevas canciones funcionan y de qué manera, saltos, brazos en alto y sonrisas dibujadas para recordar lo que nos regala la música en vivo sin casi restricciones. “No hay excusa” recordaba que en un concierto de Lori no hay excusas para no divertirse, todo con una banda funcionando como máquina engrasada apoyada en proyecciones en canción que en menos de diez minutos convertían el Teatro Eslava en una locura.

Sin huecos y tampoco espacio para el “descanso”, los granadinos venían con el turbo puesto, dejando aparcados los discursos entre canciones, sólo algunas frases sueltas de Noni, quien como aseguraba tenía ya ganas de reencontrarse con su público sin las trabas marcadas por la pandemia. Tras esto la fiesta continuaba “En el espejo” y “Planilandia” se mezclaban con lo sentimental de “Primaveras”, otro de los nuevos hits que funcionan en su parte más dulce.

Con su público entregado, el baile llegaba con ese listado de hits ya conocidos, santo y seña de la banda: “El tiempo pasará”, locura inmediata en el Teatro Eslava, “Siempre brilla el sol” y lo discotequero de “Zona de confort”.

Son los de Granada una fábrica de singles, y poco importa si son antiguos o clásicos instantáneos porque con “Punk” demostraban que han conseguido calar y ofrecer un sólido nuevo repertorio con el que sumar a su set. Una Eslava que coreaba con ellos cada letra dispuestos a esperar el grito de guerra que es “Emborracharte”, donde Alejandro y Noni, copa de vino tinto en mano, brindaban con la primer fila en un momento que diría nostálgico, y que ya reúne diversas generaciones en torno a ellos.

Momento de relajación en un bis que llegaba sin darnos cuenta, por el tiro veloz de las canciones y sin tiempo para discursos, solo muestras de agradecimiento convirtiéndose en “Mujer esponja” para un regreso que enfilaba una recta final bailable con el machetazo festivo de “Aha han vuelto?”, “Mi realidad” y “Alta fidelidad”, dejando el pabellón alto bajo un sonido que marcaba uno de los regresos a la capital más esperados, en un sold out para la reapertura de una renombrada sala que, eso sí, sigue teniendo como “buen” teatro zonas de visibilidad reducida.

Lori Meyers demostraban nuevamente su capacidad de hacernos bailar consiguiendo durante un tiempo que nos olvidáramos de los problemas de fuera, y ofreciendo durante hora y media una locura musical llena de regalos musicales que, como si de un espacio infinito se tratara, saben ofrecer un gran repertorio viejo y nuevo que es reflejo de las generaciones que ahora van a verlos.

Texto: Miguel Rivera

Fotos: Arturo de Lucas