RUFUS T. FIREFLY

El talento no está reñido con la humildad, al menos eso es lo que descubre uno cada vez que acude a un concierto de Rufus T. Firefly. Hace unos días, en el podcast de RockTotal, Víctor Cabezuelo me decía: “sólo queremos dar conciertos bonitos”, y ese es un mantra al que llevan siendo fieles desde sus comienzos. 

rufus t firefly
© Arturo de Lucas / RockTotal

Aquellos jovencísimos músicos han acabado convirtiéndose en una banda única, idolatrada dentro de la escena independiente, alejada de los grandes focos pero cada vez con mayor reconocimiento, recogiendo aplausos por un camino que llenan de estrellas con sus canciones. 

Tras la etapa brillante de “Magnolia” y “Loto”, en la que explotaron definitivamente con un rock psicodélico sin igual y una personalidad que manejan desde la humildad que confieren siempre Víctor y Julia, armas visibles de la banda, Rufus T. Firefly decidían apostar después por otro camino en su última obra “El largo mañana”

rufus t firefly
© Arturo de Lucas / RockTotal

El soul y funk setentero y las reminiscencias directas de Marvin Gaye resonaban en nuestras cabezas, algunos con cierto asombro y quietud para acabar abrazando un disco de elegancia suprema y con el que han vuelto a demostrar que son completamente diferentes al resto.  

Volvían los de Aranjuez para cerrar gira en La Riviera madrileña con todo vendido, reconociendo su trabajo por ese público que estaba a punto de vivir una niche de fantasía, calidez y respeto máximo entre público y artista y viceversa. 

Abrían con esa “Torre de marfil” en la que entrar con un ritmo tan cálido como emocionante, esa desde la que veíamos acercarse una “Tsukamori” de envergadura, con una banda que desde el primer al último miembro funciona como un todo impecable, una maquinaria tan bien engrasada que todo brilla en esa oscuridad que confieren a su escenografía visual. Flashazos visuales de fondo con una pantalla de luces con las que hacer brillar la percusión de “El largo mañana”, tema de calidez abrumadora, con Víctor manejando la voz para adentrarnos en ese manantial musical que muestra la verdad de su música.  

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© Arturo de Lucas / RockTotal

Rufus al igual que su público han sabido entender que los ritmos rockeros se han transformado en tiempos de mayor percusión y alma soul, pero que mezclan con dosis de guitarras tan bien ejecutadas y equilibradas con la percu como lo «dibujado» en “Sé dónde van los patos cuando se congela el lago”, pura fantasía musical con retazos setenteros impresionantes, mientras que la reinterpretación de “un breve e insignificante momento en la breve e insignificante historia de la humanidad” adaptada a su sonido actual dejaba ver que los de Aranjuez no han querido poner el piloto automático, estudiando todo al detalle para mostrar otra versión de sí mismos. 

Aplausos, ninguna palabra y miradas de felicidad para abrazar la “Magnolia” con ese rock soul emocional, todo con una fusión instrumental en la que los siete magníficos nos enamoraban para darnos un nuevo giro musical con “El hombre de otro tiempo”, otro de los mejores cortes que funcionan como un tiro en su envoltorio amable y enriquecido de percusión, guitarras soft y sintes. 

Ese sueño evocador en el que nos habíamos metido quizás sirvió para elegir conscientemente no interrumpir con palabras, y así la brillantez del corazón musical de “Me has conocido en un momento extraño de mi vida” nos llevaba a seguir desgañitándonos en cada estribillo mientras la psicodelia conocida nos embriagaba. Y con “Polvo de diamantes” terminar una primera hora de indudable talento. 

rufus t firefly
© Arturo de Lucas / RockTotal

Un pequeño descanso para ahora sí, ver salir a Víctor a agradecer una noche en la que más de dos mil personas decidimos apostar por la humildad musical de quien quiere dar conciertos bonitos por encima de todo. 

Aplausos y reconocimiento para una segunda hora que no se iba a quedar corta, porque venía el ritmo psico y evocador de “Tempelhof”, mezclado con dos gratas sorpresas como la de “El filo”, un corte sabrosón con la colaboración de Club del Río y Carlos Pinto mientras que “Pulp fiction” nos metía de lleno en su alocada sobresaliente versión de su disco más aplaudido, para rendir tributo justamente después a Triana con una interpretación mayúscula del “Abre la puerta” con la colaboración de Ángeles Toledano que dejaba a muchos atónitos.  

Y así nos metíamos en el rock con alma de los 70 de “Lafayette”, acordes del sueño musical de la que es ya una de las mejores baladas rockeras de la historia como “Nebulosa Jade”, en la que Víctor casi quebraba su voz embargado por la emoción, en la que seguro más de una lágrima cayó por sus mejillas ante el aplausos de toda La Riviera. 

Y en ese éxtasis vital en el que nos encontrçábamos nos metíamos en las aguas rockeras del “Río wolf” para calentarnos después con “Selene” de la mano de Anni B Sweet y terminar con nuestra fantasía de sábado con nada menos que un “Superstitious” de Stevie Wonder, demostrando la riqueza musical de la banda. 

Poníamos así punto y final a una noche marca “Firefly», en la que la emoción y brillo nos abrazaron mientras la banda al completo con su equipo y amigos bailaban despidiéndose con la mano en el corazón, en una comuna que pocos consiguen y donde la máxima sigue siendo la misma, dar conciertos bonitos para encontrar la verdad. Dicho y hecho. Gracias por tanto. 

Texto: Miguel Rivera

Fotos: Arturo de Lucas