Valira «Supernova»

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Dos años después de su debut, la banda valenciana Valira regresa con una solvente y prometedora obra. “Supernova” es el juego musical de un fan de la ciencia ficción como Juan Zanza. El que fuera guitarrista del exitoso grupo La Raíz tuvo claro lo que vendría hacer después y de tan triste noticia para sus seguidores, nació un grupo que, con solo dos discos, podemos decir ya está entre lo mejor del rock muy personal de la escena actual.

Junto a sus compañeros de banda, Juan ha hecho sello propio con una personalidad absoluta, llena de sentimiento y poesía musical para un grupo con unas características marcadas, basadas en el gran trabajo letrístico que hay detrás, lleno de profundidad y que juega con un rock que tiene mucha melodía, romanticismo cuando quiere, energía en otras, vibra en muchas ocasiones y elementos electrónicos con pasajes que aderezan su propuesta.

En esta obra todo suena más pulido, dejando clara su cierta alma de cantautor y regalándonos a su vez fastuosas canciones llenas de corazón y cabeza, amén de un año complicado como el pasado pero que sirvió para que Juan fuera un todoterreno compositivo. El resultado no podría haber resultado más óptimo.

“Supernova” deja más de lado el lado “rap” en su forma de cantar, ampliando registro y dando forma a un álbum que es una pequeña montaña rusa emocional, donde los elementos de sintes y bases acompañan sumamente bien, para dar una visión fastuosa y melosa a sus composiciones, amén de colaboraciones puntuales tan bien escogidas que merece mayor reconocimiento si cabe, solo para mejorar y alimentar algunas canciones.

Si te gustaron anteriormente, Valira merecen ahora más atención y una escucha que han se ser muchas para valorar el bonito trabajo que tenemos entre manos, pasando por su portada, una apertura fantástica de puertas hacia ese universo exquisito que es “Supernova” en el que perderse.

Comenzamos un viaje que tiene esos elementos que mezclan sintes y bases con unas guitarras enérgicas de comienzo para calmar el ritmo. Damos paso a unas bellas estrofas ramificándose en una lengua común, la del romanticismo que pretende “Un faro en el vacío” con un inmenso estribillo con el que engancharnos: “eres mi universo entre el vacío, veo un faro y es tu grito, sigo inmerso en tu delito”. Juan se vuelve a descubrir como un talento innato vocal, que imprime emocionalidad a unas letras tan bien trabajadas como la música.


El juego que gusta en esa electrónica cálida y candente con los ritmos que ya dejaron ver en su primer disco lo encontramos en el ritmo medio de bella factura que dibujan en “Algo invisible” para dar visibilidad a la colaboración de Ízaro, la cual funciona aportando ese gusto vocal con vitalidad y brillo, un tándem que merecerá ser escuchada muchas veces.
“Luz errante” fue otro single de anticipo, aquí esas “raíces” salen a relucir, en un corte más vibrante y enérgico, explotando esa luz en su parte central, para ahondar en las bonitas formas poéticas en las que quedarnos en ese “Rincón salvaje”.

La energía y la lucha en tiempos difíciles de “Gravedad” donde Diego de Veintiuno pone ese granito de arena en otro juego vocal sentimental donde encontramos esa inspiración por la que abogan. El tiempo in crescendo de “Eterna tierra” es otro de los cortes más destacables para ofrecer ritmo acústico en el que Juan canta al “Nunca jamás” desnudando más su voz y forma de componer.
Me quedaría también con ese ritmo cálido y atemporal que manejan en un “Refugio” musical que es un regalo junto a Manuela Vellés, otro corte poético que es abrigo musical en el que quedarse como bien escuchamos en el mismo. “Templo de cristal” es energía y “Cimiento de trinchera” es ese regalo de factura cuidada en la que, como una obra de teatro, callas para sentirla y despedir de forma más “sintética” en “El replicante”, que va ganando ritmo y nos deja en lo alto de un disco enorme.

Valira nos someten a un ejercicio musical y letrístico tan poético, profundo y exquisito que, una vez terminas el viaje y cierras la puerta, no queda otra que volver a montar en su nave valenciana para soñar de nuevo en ese viaje. Todo un gran regalo en un tiempo necesario.

Miguel Rivera

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