Teatro Eslava
21/12/2025
Carlos Escobedo en estado puro
En la recta final de año es de agradecer siempre encontrar conciertos como el que nos regalaba Carlos Escobedo en el Teatro Eslava de Madrid, que se «vestía» para la ocasión.
El cantante, compositor y bajista de Sôber lanzaba hace unas semanas su primer disco en solitario «Solitud», un álbum en el que expresar sus inquietudes y emociones de forma diferente a su banda madre, con una sensibilidad e instrumentos que no tienen tanta cabida en Sôber.
Su forma de entender y expresar la música encaja muy bien en ese formato en paralelo en el que encontramos temas originales, alguno del que fuera su proyecto Savia y conocidas versiones, dando un empaque diferente y llegando a otros escuchantes también que como bien indicaba en nuestra entrevista: «hace que se acerque gente que igual no quiere un concierto al uso».
Emoción y nostalgia en directo
A las puertas de las navidades, Carlos nos ofrece el primer regalo en forma de un concierto con alma, inesperadamente redondo que mira en lo visual a la elegancia de los MTV Unplugged con la luz de una vela en pantalla aportando a sus dos horas un toque cálido.
Un repertorio que acompaña a su lado con una gran banda en la que suenan el piano, el violín, guitarra y batería-percusión donde queda en su sitio, y es que una de las grandez bazas de la noche fue el pulcro sonido que disfrutamos.
En el recorrido personal en vivo, el repertorio resulta tan satisfactorio por lo completo del mismo, pasando por diversas épocas tanto propias como ajenas. Es así como los cientos de personas que nos encontrábamos ahí disfrutábamos con el sentir con un profundo inicio de nombre «Vulcano», «Blancanieve» o «Tic Tac», ofreciendo ese sentir de Sôber desde un prisma desconocido y romántico.
Pasamos por momentos emocionantes como «Estrella» o «Papel mojado» con un respecto de gran parte del público que, o coreaba o mantenía el silencio, (menos por el fondo de «pista») para aportar una bonita solemnidad al momento.
Carlos se maneja muy bien en esa tesitura vocal dulce, y es de agradecer poder escuchar clásicos de su banda madre en ese formato reestructurando las mismas, como muestra su «Eternidad», «Arrepentido» y «10 años» con las que poner los pelos de punta a más de uno, animando a cantar con él desde abajo hasta la última grada de arriba en ese recorrido que suma décadas tres en Sôber.
Es un concierto que se disfruta porque, sin elevar el tono ni ponerse aguerrido, mantiene una homogeneidad con cambios de tiempos que le sientan muy bien, sin hacerse pesado en ningún momento, aunque bien es cierto que igual recortar quince minutos a sus dos horas de repertorio le sentaría aun mejor.
Hay en esa nostalgia puntos clave y maravillosos, su homenaje sentido y cercano en el mítico «Lucha de gigantes» compuesto por Antonio Vega, que suena en su voz como todo un gran homenaje, al igual que un cover de la inmensa «La luna me sabe a poco» de Marea que con el sonido de violín y piano aporta un sonido diferente y enriquecido.
Hay momentos también para la sorpresa, con media banda en camerino dejando el peso de la acción a un exquisito Raúl Peronas al teclado y voz dando el paso después al violinista Charly López en esta ocasión a la voz brindando un momento diferente a la actuación.
Todo llega a su final, no sin antes bajo ese sentir emocional y alegre del público, disfrutar de una grandilocuente «Agua para tu sed», ese nuevo guiño a Savia acompañado de una Ruth Lorenzo cuyas tesituras vocales del rock (atención a su potente disco «Blacksheep») le sientan tan bien como la ejecución de uno de los temas más agradecidos del directo. Algo que te deja «Inmerso» y un poco «Loco» antes de que uno se convierta en «Naufrago» junto a Rulo para, juntos y entre abrazos, despedir por todo lo alto un concierto de regalo navideño inesperado, al que solo faltó Yosi de Los Suaves (para «Dolores») impedido por la gripe. Otra vez será.
Hay una verdad y es que terminé en el concierto sin tenerlas todas de poder acudir, pero tras salir por la puerta del Teatro Eslava dos horas después, no queda otra que alegrarme por la decisión tras un elegante directo en su conjunto y con el que salir feliz como recuerdo del que seguramente sea mi último concierto del año.
Texto y fotos: Miguel Rivera













