Conciertos en streaming de pago: ¿reinventarse o morir?

Conciertos físicos y en streaming como modo de supervivencia

A estas alturas, sobra decir que la pandemia ha golpeado duramente a la economía de medio mundo. La paralización de todos los sectores ha ahondado en una crisis que ya conocimos una década atrás y que ahora, motivada por una crisis sanitaria, ha puesto patas arriba en dos meses la economía y nuestro modo de vida.

Como en cualquier crisis económica, el sector cultural es siempre uno de los más afectados. El ocio se relega en un intento de subsistencia y, ante todo, incertidumbre por parte del consumidor. Pero en esta ocasión todo se agrava al tener frente a nosotros un virus que implica, concretamente, el distanciamiento social y el evitar aglomeraciones.

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Hemos visto como ha barrido nuestro verano y nuestra forma de relacionarnos, acabando con todos los festivales de aquí a unos meses y aplazando los mismos macroeventos a un 2021 que, esperemos, ofrezca tiempos mejores. Lo que está claro, entre tanta incertidumbre, es que de momento y durante meses, en espera de tratamiento o vacuna, asistir a eventos como conciertos o cine, donde nos «apelotonamos» mucha gente, supone un riesgo, quedando relegado de momento bajo aplicación del sentido común y las normas dictadas por las autoridades sanitarias.

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En esta tesitura, durante los meses de confinamiento, por razones varias, los músicos, que es lo que nos toca de cerca, han optado por inundar las redes sociales e IG Lives de «directos» entendidos muchas veces como pequeños acústicos de voz y guitarra, de conexiones con los miembros de una banda para grabar vídeos y soltarlos al público o directamente charlas musicales, todo bajo una ventanita que ofrecen las nuevas tecnologías con menor o mayor acierto.

El confinamiento ha pasado dando paso a una desescalada por fases en las que el ocio poco a poco recupera su pulso. Tras los conciertos gratuitos, que han conllevado con el tiempo algunas críticas del propio sector por eso de difundir cierto pensamiento erróneo de «gratuidad» de la música, ahora las bandas y promotores, han de buscar nuevas fórmulas para unos meses que se antojan complicados. Sin posibilidad de grandes aforos, con grandes restricciones que conllevan poco público en salas de forma física, distanciados en lo social y con su repercusión económica, los grupos y artistas buscan alternativas.

Algunas de dichas alternativas ya las comentamos en un reportaje, para ahondar ahora en una fórmula que ya han ido utilizando, el streaming, si bien convertido en algo más «elitista» y cercano a lo que podría ser la vivencia en directo como la entendemos. Todo pasa a ser de pago, fusionar el streaming con el público en sala, convirtiendo un directo en algo limitado de aforo en sala para retransmitirlo mediante plataformas a cualquier usuario-espectador que quiera pagar por «asistir» a un directo desde su casa.

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Sí, algunos pensarán en lo que antes era gratis y ahora no, pero nada tiene que ver con lo que veíamos en confinamiento. Las actuaciones pasan a ser conciertos con la banda en eléctrico en una sala, sea o no con público, para optar por retransmitirlo con calidad y otro tono. Conciertos online de pago que pueden vivir junto al concierto con público, y es una estrategia que organismos y promotoras ya estudian y plantean.

Hablamos de una combinación que ya conocimos el pasado fin de semana dentro del festival DigitalFep. La mítica sala Moby Dick de Madrid acogió primero el viernes al grupo Indigo Drone y al día siguiente a Los Punsetes en el mismo espacio. Un concierto con aforo muy reducido para 30 personas, siendo el resto un concierto online desde casa con entradas entre 3 y 10 euros (VIP) en el primer caso y 8€ y 15€ para el segundo. Una fase 1 en Madrid con 30 personas permitidas en dicho espacio, sin alcohol y con las medidas sanitarias pertinentes. Se trata de sonido de sala, cámaras y calidad para trasladar, de la mejor manera posible, el directo a las casas.

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Las entradas para disfrutar el concierto online desde casa se han vendido por 3 y 10 euros (la VIP) para el primer concierto y por 8 y 15 para el segundo. Paralelamente, la fase 1 en este territorio permite que asistan hasta 30 personas a un evento de estas características.

Aquí se suman tres partes, sala, grupo y promotora para este tipo de conciertos que seguramente se irán implementando a medida que avancen los meses y, fuera de verano, la situación conlleve a ello.

Según avance la desescalada, las salas podrán aumentar aforo hasta lo que les corresponda e, imaginamos, vender bebidas para hacer todo más rentable.

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Dentro de «concierto online» en vivo, ya hay fórmulas como la que ha realizado el pasado jueves DESAKATO con una actuación en directo en eléctrico, un montaje especial y cuidado, con precio de 6€ para verlo en streaming y que contó con más de 1300 personas, con un buen sonido y en formato «único».

Estos streaming, también se están llevando a cabo, por ejemplo, en la sala Baluarte de Pamplona en el KM Zero Musik Fest con artistas como El Columpio Asesino, Alfredo e Iker Piedrafita o Razkin (La Fuga) donde por 1,99 por concierto o un abono de 9,99€ por todo el ciclo, podemos asistir a conciertos online en eléctrico realizados en la propia sala, de lo que os contamos aquí

La fórmula poco a poco va extendiéndose, en unos eventos que van ofreciendo también entradas VIP online, charlar con la banda para los que estén físicamente y un meet&greet virtual para el público en casa que acceda a esas entradas «upgrade».

Atuaciones con donativo o aporta «lo que consideres» como en Gruta 77 son estrategias con las que soportar un camino, en actual, de la mejor forma posible y haciendo que la música suene.

zero musik fest

Actuaciones ‘híbrido» que fusionen público en sala con mucha más gente en streaming es la posible fórmula actual, quizás venga para quedarse, como el teletrabajo, quién sabe. Fórmula más amplia y de volumen es la que plantea ya el WiZink Center de Madrid, cuarto pabellón mundial que más conciertos acoge. La situación actual es insostenible, por lo que ha anunciado grandes giras con público sentado bajo aforos concretos y medidas de distanciamiento, junto a retransmisiones en streaming «espectaculares» para lo que contará con Telefónica y Fluge dentro de un ambicioso proyecto con el que llevar esos directos a cualquier parte del mundo.

Todas estas fórmulas hacen que uno pueda asistir a directos sin moverse de casa, bien porque en su ciudad no van nunca a actuar o porque económicamente no se lo puede uno permitir. Habrá que ver cómo va funcionando el formato y la forma de entenderlo por parte del espectador-consumidor, que es quién tendrá el poder de decisión. Claramente, la estrategia online como un DVD o Blu Ray en directo, hace que, aunque sea «live» real, no se viva ni de lejos igual que la experiencia física, todo dependiendo además del televisor y equipo de sonido que cada uno tenga para aumentar y hacer más realista la experiencia, pero claro es que las bandas han de mover ficha ante la incertidumbre. Pueden pasar meses o incluso hasta el verano de 2021 hasta que todo se asiente y dejemos que la nueva normalidad dé paso a la antigua normalidad, nunca antes tan deseada.

Miguel Rivera