LAMIAK

PUNTO DE ASCENSO

El grupo vasco Lamiak vuelve con una segunda obra «Itzalak, Argiak» en la que consolidan su sonido y personalidad. Un rock enérgico y pulso melódico donde afinan más su estilo, situándose como una de las grandes referencias musicales en euskera. Un disco notable y cuidado, que sirve para poner en común su evolución, el momento de la banda tras dos años de parón, para quienes tenían camino por delante cuando llegó la pandemia con su primer disco. De todo ello nos cuentan.

Lo primero felicitaros por el disco, un salto cualitativo en todos los sentidos. Es ahora, con el disco en la mano, lo que buscabais al entrar al estudio, tanto en sonido como en sus canciones.

¡Muchas gracias! Sí, estamos muy contentos con el resultado, y parece que el público también lo está, ya que el feedback recibido hasta el momento ha sido genial. Antes de entrar al estudio nunca sabes cómo va a sonar tu música el último día de grabación, ya que, en nuestro caso, hasta el momento lo único que teníamos en mente era lo ensayado y cualquier grabación que pudiéramos tener en el local, así que nunca puedes hacerte a la idea del resultado que vas a conseguir. En nuestro caso ha sido una sorpresa a bien. La idea general ha sido la que queríamos, pero como decimos, nunca te puedes imaginar al 100% lo que sale de la mezcla final.

¿En qué creéis se diferencia más este trabajo con respecto a “Itsuen aroa”?

Las composiciones de los temas son más complejas, y en lo que a la producción respecta, todo está mucho más elaborado y sopesado. Hemos tenido en cuenta además variables que dejamos pasar en el primer disco, como segundas voces o guitarras secundarias. La primera vez que entramos al estudio no sabíamos qué íbamos a encontrarnos, pero esta vez éramos conscientes de cómo jugar nuestras cartas, es decir, qué margen de maniobra teníamos para modificar o componer algo nuevo allí en el estudio, por lo que llevamos todo mucho más atado. A su vez también dejamos cabos sueltos para atarlos allí con Eñaut, sabiendo cómo trabaja él y de qué recursos dispone su estudio.

En el tema “Gure izena” defendéis el euskera, ¿creéis que a día de hoy se han roto barreras al escuchar música en euskera?

Sí que es cierto que a día de hoy la música en euskera tiene muchas más visibilidad que antes. Quizás más allá de nuestras fronteras suene diferente y “exótico” y por ello llame la atención, pero nunca hay que olvidar que hablamos de un idioma con pocos hablantes, y que si no se toman las medidas adecuadas para defenderlo, su existencia puede estar en peligro en un futuro. Es por ello por lo que con “Gure Izena” queríamos reivindicar dicha defensa, y la importancia de que jamás hay que dar por hecho que el euskera está ahí para siempre, ya que desgraciadamente algunas personas ni siquiera lo consideran un idioma, y sienten que su identidad personal está amenazada por la existencia de una lengua diferente a la suya.

Berri Txarrak ¿es una referencia para vosotros?

Es innegable que Berri Txarrak nos ha influido a la hora de componer, y conseguir lo que ellos es algo por lo que cualquier grupo firmaría. Tenemos más influencias, y son diferentes a Berri, pero desde luego fue el punto de partida idóneo. Cabe destacar que ante la constante comparación musical que hemos recibido con ellos, aunque nos lo tomemos como un halago, siempre hemos querido construir una identidad y personalidad propia, sin llegar a ser el apéndice de nadie, cosa que estamos logrando poco a poco con este último proyecto.

“Bigarren mundu bat” tiene esa contundencia, intensidad y mucha melodía, una de las mejores canciones que tocan el tema de la esquizofrenia de forma velada. ¿Puede que seamos ahora “un poco mejores” y hayamos roto con ese freno que había en torno a las enfermedades mentales?

Poco a poco parece que se le está dando más visibilidad y atención, pero para llegar a ello mucha gente lo ha tenido que pasar muy mal, y en silencio, desafortunadamente. De todos modos, la visibilidad actual sobre la salud mental se está dando sobre patologías que se dan en la población general. “Bigarren Mundu Bat” trata sobre la esquizofrenia, una enfermedad mental con una baja prevalencia comparada con la depresión o la ansiedad, sobre la cual la mayoría de las personas no saben mucho. Ello, más el estigma y los prejuicios generados por las series y películas hacen que estas personas vivan en una especie de burbuja, apartadas del resto de la población y en ocasiones con un constante sufrimiento. En conclusión, puede hacerse más aún en favor de visibilizar y “normalizar” esta enfermedad.

Con respecto a estos dos años de la pandemia, ¿cómo los habéis vivido tanto en lo personal como en lo musical?

En lo personal no ha sido agradable, como le ha pasado a toda la gente, si te encierran en casa y de un día para otro te cambian tu día a día y ves que el mundo entra en una situación sin precedentes recientes, sabes que la vida tal y como era va a cambiar, y eso da un poco vértigo. En lo musical nos resultó un batacazo, porque estábamos en plena presentación del primer disco cuando empezó la cuarentena, así que nos quedamos en stand by, teniendo que cancelar muchas fechas. A causa de ello no conseguimos mucha visibilidad, y nuestra puesta en marcha se retrasó hasta ahora. El lado bueno de la pandemia fue que se convirtió en la excusa perfecta para volver a escribir y componer, y con todo ese tiempo libre pues nos planteamos que era hora de hacer algo nuevo.

Un disco que surge en pandemia, ¿se ve afectado por la misma a la hora de componer en cuanto a letras u os habéis distanciado de ella?

Nos preguntan sobre la relación entre el disco y la pandemia muchas veces, y la verdad que no tienen ninguna relación, y de hecho nunca nos planteamos escribir sobre ella, es decir, no hubo un distanciamiento a propósito, sencillamente no surgió así.

En cuanto a conciertos, ¿habrá posibilidad de veros por territorio nacional?

Uno de nuestros objetivos para este año es ampliar nuestras fronteras más allá de nuestro entorno cercano, tanto dentro de Euskadi como fuera, por lo que esa es nuestra intención, y esperamos poder anunciar nuevas fechas próximamente.

Repetís estudio y productor, confiando nuevamente en Eñaut, ¿qué os lleva a ello?

Estuvimos muy a gusto la primera vez. Todos los grupos que graban donde Eñaut dicen lo mismo al parecer: en su estudio te sientes como en casa. Y es cierto, es una persona muy profesional y cercana, y sabe muchísimo sobre música y producción. Además, tiene mucho tacto a la hora de dejarte tu espacio para trabajar, sabiendo cuándo tiene que intervenir para ayudarte, y cuándo dejarte a tus anchas.

¿Cómo es vivir en Donosti?

Nos sentimos muy afortunados de ser de Donosti, ya que es una ciudad muy bonita y tiene de todo. Lo malo que se ha encarecido bastante los últimos años, pero eso era cuestión de tiempo, dada la afluencia de turistas. Sin embargo, mantenemos la esperanza de poder vivir aquí, o al menos muy cerca (risas).

Si os viniera alguien y os preguntara qué es lo que hacéis y a qué sonáis para convencerle para escucharos, ¿qué le diríais?

Le diríamos que somos expertos en reciclar la crudeza del sonido noventero, para convertirlo en música actualizada, tras pasar por diferentes filtros construidos a base de melodías pegadizas, dotando a nuestras canciones de una personalidad propia.

O simplemente que con un par de birras encima se lo pasará teta viéndonos.

En cuanto a festivales, ¿es complicado meter la cabeza para un grupo como el vuestro?

Dado que en este momento somos un grupo casi totalmente autogestionado, no resulta fácil asomar el hocico en festivales y eventos de gran amplitud. Tenemos la esperanza de este año poder contar con más gente que nos ayude en el desarrollo de nuestro proyecto, y consecuentemente tendríamos mayor probabilidad de tocar en festivales, por ejemplo. 

Si tuvierais que recomendar alguna banda de rock vasco, ¿qué me diríais?

Nuestras tres recomendaciones son Lukiek, Vulk y Pelax.

¿Habéis aprendido algo tras dos años?

Quizás hayamos aprendido algo sobre la importancia de juntarnos, o incluso de disfrutar más de aquellos eventos multitudinarios que han estado prohibidos durante tanto tiempo, pero en términos generales, el ser humano se adapta a prácticamente todo lo que le eches, y en esta sociedad actual tan inmediata y esporádica, una vez te acostumbras a algo, parece que resulta fácil mirar hacia otro lado y tirar para delante centrándote en lo siguiente y olvidando lo anterior.

Viendo el mundo actual, ¿viviremos peor, igual o mejor que nuestros padres?

Cada generación tiene lo suyo, son tiempos diferentes. A nuestros padres les tocó vivir los últimos años del franquismo, la transición y los conflictos de los 80, 90 y 00 como el terrorismo, las drogas… Visto así, cualquiera podría pensar entonces que a peor no podría ir, y aquí estamos, a la salida de una pandemia y con una guerra en Europa ¿Es peor? No lo sabemos, es diferente. Depende cómo de cerca lo vivas y lo que te afecte. Puede que esto termine en cuestión de meses y que los siguiente cinco años sean más calmados, o no. La incertidumbre es debe afrontar cada generación.

Hagamos un F5 para terminar con disco, una peli, una serie, un libro y un plato de vuestra tierra

Como somos tres, te dejamos tres abanicos distintos:

  1. Gish (The Smashing Pumpkinks), Forrest Gump, Breaking Bad, 1984 y el marmitako
  2. Wasting Light (Foo Fighters), Capitán Fantástico, The Office, Primavera con una esquina rota y chipirones rellenos
  3. Only Revolutions (Biffy Clyro), La Vida es Bella, Prison Break, La verdad sobre el caso Harry Quebert y el bocata de tortilla txaka del Juantxo.

Miguel Rivera