VALIRA

Sala Cero, Madrid

11/04/2021

En estos tiempos modernos que no de buen gusto y tan complicados para la música en directo, todas esas bandas valientes que han decidido editar discos durante la pandemia, han visto cómo sus canciones y su forma de entender la música en vivo debía de tener una vuelta obligada para poder llevarse a cabo.

La banda valenciana VALIRA lanzaba su segunda y magnífica obra «Supernova» en febrero, calmando nuestra sed de nuevas canciones en un buen paso al frente de gusto musical. La formación liderada por Juan Zanza, como me comentaba en una entrevista semanas atrás, ha decidido comenzar por lo acústico para conseguir llevar a cabo unos directos que debemos ver sentados y, muchas veces, en horarios matinales.

Valira volvían a Madrid, con dos sesiones de tarde en la Moby Dick y en la sala Cero del centro en un «matiné» de domingo, hasta donde me desplazaba para sentir, en formato íntimo y con un tercer sold out seguido, esas canciones tan personales, de cantautor y especiales que conforman su nueva obra.

Ordenados y con todos sentados, con las medidas pertinentes, la mascarilla como complemento necesario y obligado, salía la banda en un formato que les sienta sumamente bien (a falta de la versión eléctrica que vendrá) para sentir más cerca unas canciones de jugoso intimismo.

Comenzar ahondando en el corazón, en ese canto amoroso que es «Un faro en el abismo» dejando ver que su público venía dispuesto a disfrutar aunque fuera en su asiento, en unos intermedios llenos de aplausos y reconocimiento. Qué emocionante poder escuchar ese toque tan elegante del quinteto en «Algo invisible» bajo esa «Guerra fría» que hacían nuestra en la cercanía de las butacas, acomodados y emocionados para cantar, mascarilla de por medio, con ellos.

Juan hacía valer el compromiso de la gente por acercarse a verles a pesar de los tiempos tan complicados, en un reconocimiento mutuo que aplaudir bajo el romanticismo y emoción en su nuevo formato para entender una «Gravedad» de los tiempos acicalada mientras buscamos un «Refugio» que, a pesar de no contar con la compañía de Manuela Vellés, nos envolvía en su magia musical.

La dulzura vocal del «Cimiento de trinchera» brillaba bajo la tenue luz de la sala Cero, pero sería con sus «Pájaros ciegos», con Juan liderando la función, cuando, conseguía ponernos los pelos de punta, en un silencio inquebrantable y disfrutable que empalmaría con gente de pie llenando de aplausos interminables el final de la misma, como también ocurriría con «Vega», quizás metidos de lleno en poder estar disfrutando del momento a pesar de las circunstancias, con una magia musical que nos da la vida.

Con las sensaciones a flor de piel, pidiendo que la próxima vez podamos abrazarnos y vernos las caras, la añorada inspiración para dar de lleno con «El capitán» ovacionada en sus primeros acordes, dejándonos llevar con la fuerza musical que iría terminando en lo alto y gustándose en «El replicante» que dejaba un poso mayúsculo en unas canciones arregladas para la ocasión, como arreglados nosotros para disfrutar de un momento especial, que es ahora acudir a un concierto.

VALIRA han sabido reinterpretar sus ya de por sí bellas canciones, readaptándolas a un formato para la ocasión que, como era de esperar, les sienta sumamente bien, ahondando en las sensaciones y romanticismo de sus letras y formas, y consiguiendo lo que todos sabíamos, un concierto notable en un formato tan íntimo como personal. Una bonita «Supernova» de mañana de domingo.

Texto: Miguel Rivera

Fotos: A.Makeda