MAD COOL 2018

MAD COOL 2018

Valdebebas, Madrid

Fotos: Mariano Regidor 

La tercera cita con Mad Cool y su primer día comenzaban a golpe de titular. Si Stanley Kubrick fuera el director del evento bien podría haberlo llamado «Mad Cool 2018, Una Odisea en Valdebebas«. Personalmente, todo lo que aconteció en cuanto a críticas destructivas y otras muchas directas y reales casi no nos tocó vivirlas en primera persona.

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No sé si conocedores, sabedores o pitonisos ante lo que podría ocurrir, decidimos ser muy pero que muy previsores y ante un sol de justicia. Partir hacia Valdebebas casi nada más comer sería la mejor idea del día. Cualquier cambio de ubicación y más aún, ante el incremento en el doble de asistencia con respecto a su anterior edición en la Caja Mágica, pueden servir para que todo sea un pequeño caos, y en eso se convirtió el inicio de la primera jornada de Mad Cool.

Con la idea de investigar y reconocer el nuevo terreno, un descampado en Valdebebas mastodóntico con capacidad para 80000 personas, nos daba algo de miedo inicial. Poco importan las tablas de los organizadores, casi siempre, al menos en este país, los nuevos recintos son como un primer polvo, algo extraño y con sensaciones encontradas.

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El resultado del nuevo recinto se convertía en una ratonera para el transporte privado, ya avisado inicialmente por la Policía Municipal, pidiendo el uso de transporte público, pero que lejos de lo que se podría preveer, pasó a ser desquiciante para miles de personas.

Zona de parking VIP con pocas indicaciones en la zona Uber para los que teníamos dicho acceso. Una vez aparcados, tanto desde el parking público como en el VIP nos tocaba andar, no excesivamente pero la fila de entrada a las 18 horas ya dejaba adivinar lo que se podría formar horas después.

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Después de los controles, tener que acceder por debajo de un túnel de no muy grandes dimensiones es más que cuestionable sin el control necesario, y así fue. Agolpamientos para entrar más aún cuando lo siguiente que toca es una zona empedrada de descampado hacia la entrada en la que tener bastante cuidado. Si a eso le sumas que la gran marabunta llegaría horas después, caos asegurado.

Poco control y previsión para un evento que ya va por su tercera edición y que para muchos, en solo una primera jornada, dejaba malas sensaciones, con interminables esperas para coger la pulsera. Y las colas de fuera, también dentro. Las barras atestadas y mucho para pedir en los puestos de comida y bebida, paciencia amigo conductor diríamos.

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Y tras lo que ya podéis leer en redes, con quejas por doquier, vamos a la música. MAD COOL es un gran parque de atracciones musical dominado por las marcas y el branding, no hay duda. Es por eso que muchos que ni tan siquiera irán pagando a conciertos se dejan caer por eso del «yo estuve aquí». Cosas del negocio en este tipo de festivales, donde cualquier influencer es mejor tratado que cualquier otro.

En nuestro caso, la prensa, en los tiempos de redes sociales, no tener acceso a casi nada, sin poder tomar alguna foto para redes en zonas altas, vip o en el círculo de los escenarios principales cuando estos están vacíos, véase EELS o FLEET FOXES, con los que poder ofrecer otro contenido, es, cuanto menos, decepcionante. Más si sumas caídas de Wifi de una zona regulera de prensa y cobertura muy limitada ante tanto público, cuanto menos, cuestionable para contar las cosas in situ.

Cambiamos de tercio, y nos metemos con los grupos como EELS o TOUNDRA bajo un calor que nada tenía que ver con lo lluvioso y fresco del año anterior, daban cuenta ante un incondicional a la par que previsor público. Stands por todos lados y siete escenarios para un cartel mastodóntico, como el recinto, muy amplio y ancho, algo de agradecer, que en cualquier caso, y con esas distancias, al final, por solape o por gentío, llevan a que tan solo veas 3 o 4 bandas bien de entre todo el elenco de día.

Si el Folk de Fleet Floxes gustaba, más llamaba la atención la parte VIP del escenario, casi completamente vacía dejando ese inmenso espacio al que no poder acercarse con un triste aspecto. Cosas evidentes de la diferencia de clases en los grandes festivales actuales.

Lo del soul de LEON BRIDGES en el escenario Koko es de otra categoría. Un alma negra de juventud y categoría con mucha proyección. Es pura clase, ataviado de blanco total dejaba caer algunas canciones de su último disco como «Bad news» o «Shy» con una magia y presencia sobre el escenario embriagadora.

Ritmos suaves y bailables para pasar a la psicodelia de TAME IMPALA. Un gigante de rock particular, donde las sombras de público en lo alto de una torre daban esencia visual desde lo lejos a un escenario donde las pantallas reflejaban tonos y colores psicotrópicos para canciones como «Let it happen» o «Feels like», entre otras. Público abarrotando los alrededores para poco a poco ir dejando de lado los cabreos y poniendo la mente en lo que venía.

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Y eso no era otra cosa que PEARL JAM. La banda norteamericana era uno de los platos fuertes de la nueva edición. Tras muchos años sin pisar la capital eran muchas las ganas por verles. La expectación máxima con público sentado en las cercanías cerca de una hora antes. Colas en la entrada del palco VIP, zona de iluminación atestada y metros y metros de público al fondo visto desde escenario para acoger la llegada de Eddie Vedder y compañía.

23:30 horas para decir eso de «la espera ha terminado». Los de Seattle iniciaban su show con «Release» y «Elderley woman behind the counter in a small town» bajo unas pantallas gigantes en blanco y negro y gran oscuridad que daba mayor empaque y emoción al comienzo.

La banda, con Eddie muy cercano, y leyendo textos en español bajo aplausos del público, daban cuenta y de qué manera a su inmenso «Ten» aquel disco que en 1991 nos hizo grandes seguidores del grunge. Las cámaras, con imágenes cenitales y espectacularidad visual de luces daba paso a cortes como «Do the evolution» y «Around the bend» demostrando la esencia más rockera de una banda que funciona sola.

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«Sirens» marcaba un punto de inflexión más intenso, y Vedder daba paso a sus compañeros con Matt Cameron a la batería o Mike McCready de quien decía «esta canción la tocamos hace veinte años «Even Flow» en la sala Revolver ante poco público. La tocó entonces y no sabéis cómo la toca ahora». Aplausos y muchas sonrisas entre el respetable para criticar a Trump vía «Can’t deny me» y con ese canto a la mujer aprovechar para dar paso a «mis amigos Luis (Tosar) y Javier (Bardem) con un vídeo de «si dicen no, es no», alegato de la mujer contra la violencia machista.

Con esa intensidad «Alive» uno de sus hitos musicales y una versión del «Rocking’ in the free world» la banda dejaba el pabellón muy alto, en un concierto sin fisuras, con un gran sonido, con un Eddie totalmente entregado, sereno y sincero, de una banda gigante pero humilde sobre el escenario, con un bonito y pulcro stage que dio protagonismo absoluto a su música.

Unos creyentes y maestros del grunge que han abandonado etiquetas para ser PEARL JAM, esa banda con la que asentar la cabeza tras una tarde de cabreos y quejas, con los que olvidar las penas por un par de horas.

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Y así llegaba el turno de KASABIAN en otro escenario. Se retiraba mucha gente siendo jueves laboral, pero quedándose mucha otra. La banda siempre anima el cotarro y temas como «You’re in a love with a Psycho» o la fuerza de «Club foot» junto a la pegada de «III Ray (the king» hacían que nos moviéramos para, de paso, quitarnos el fresco de un aire que en Valdebebas baja los grados al caer el sol.

MGMT y punto final de lejos para abandonar, ahora sí, sin problemas un recinto que para muchos, en su entrada, maltrató lo que podría haber sido una jornada mucho más alegre. Esperemos mejoras.

Viernes 13

Tras las conocidas críticas de la primera jornada, se esperaba un segundo día más tranquilo, aunque en plena operación salida de Madrid por las vacaciones. Desde el principio veíamos menos atascos y menos críticas desde primera hora, con un caminar tranquilo bajo el sol y sin las colas del día anterior para llegar al aparcamiento.

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Nos adelantábamos para estar nuevamente a horas tempranas haciendo un acto de valor con la que estaba cayendo. Esos momentos de ser curioso por ver stands y el recinto por todos sus recobecos, que los tiene, antes de entrar al lío con el rock indie de Real Estate mientras que en el escenario denominado The Loop el dúo electrónico SOFI TUKKER tiraba de su desparpajo y frescura musical para presentar su disco debut «Treehouse». Y así, con mucha gente esperándoles disfrutábamos con el baile al que se prestan canciones como «Fuck they» o el rollo brasileño de «Energia».

Sonrisas y cervezas para refrescar el gaznate bajo unos aires más macarras por sus dos miembros tirando de guitarras y buen rollo hacia el público, invitando a un seguidor al escenario para marcarse unos bailes.

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De baile a carreras por ver algo de AT THE DRIVE-IN. La banda de hardcore está de vuelta y la incineración musical en Valdebebas no se hacía esperar, tirando de repertorio como «Arcarsenal» y «One armed scissor» mezclando temas de su último disco y donde Cedric Bixler demostró su potencial vocal y locura visual en un no parar sudoroso y aplaudido.

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Del hardcore al rock metal. MARMOZETS se ha convertido en una gran sensación. Los de Inglaterra marcaban la pauta con su nuevo disco ante una gran acogida. La juventud no está reñida con el talento y estos jovenzuelos liderados por la fuerza vocal de Rebeca Macintyre tiraban de músculo rock. Energía desbordante y desparpajo en canciones como «Major system error» y la potente «Pray». La banda suena brutal y en el escenario van a muerte, fuego rockero que en canciones abrasadoras como «Habit» rompen moldes, dirigidos orquestalmente por la magia y energy de Rebeca.

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Pasábamos al escenario principal, siempre con carreras, porque este es un festival de muchas bandas de la que poco ves a no ser que te centres en 3 o 4 a lo sumo para verlas al completo. Grandes dimensiones para su espacio, lo mismo que el sobredimensionado nombre de SNOW PATROL, unos que llevaban muchísimos años sin disco y que ahora presentaban «Wildness». Un disco emocional, tanto como ellos.

Una especie de pop rock que les dio el éxito antaño gracias a sus melodías pegadizas, contagiosas gracias a la bonita voz de Gary Lightbody. Sinceros y pulcros, sin alardes para ofrecer unas gotas de calma mágica, con un público entregado que ahora sí iba abarrotando el escenario mientras sonaban canciones como «Open your eyes» o sus famosas «Run» y «Chasing cars». Directos y al grano, sabedores de que todos conocen sus canciones, fieles a sí mismos y atractivos en lo musical. Buen concierto de tinte nostálgico.

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Entre medias nos habría dado tiempo a disfrutar de la sesión de los Djs Odesza que a base de hitazos musicales versionados rompieron caderas al son de la electrónica en el escenario The Loop.

Tocaba el turno para uno de los dos grandes de la noche. JACK WHITE quien arrastraba caras conocidas como la de Ángel Stanich y compañía para ver al maestro. Un guitar hero entendido de otra manera. Clase y personalidad únicas con «Connected by love» en la palestra pero mucho repertorio clásico como las infalibles «Hotel yorba» y «The hardest button to button» de White Stropes. También espacio para The Racounters con «Steady as she goes» y una clase y fuerza distorsionada a la guitarra impecables.

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Pantallas con efectos visuales para con unos grandes músicos acompañando conseguir el aplauso del respetable. Es un enorme músico que desata elogios y bocas abiertas ante su forma de entender y ofrecer su particular rock. Y cómo no, un músico que vendría a ser generacional con el «lololo» tan famoso sonando en sus finales, un final con más cerca de las 80000 personas disfrutando de tan magno personaje musical.

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Y así llegaba el turno de ARCTIC MONKEYS. La banda inglesa, la banda de Alex Turner presentaba nuevo trabajo «Tranquillity Base Hotel & Casino» un disco controvertido que bien podría ser el álbum en solitario del crooner Turner. Pero el caso es que tiene calidad, como todo lo que hace este músico. Un escenario sencillo de luces, piano y las palabras MONKEYS iluminadas daban paso a un Alex Turner a medio camino entre los Gypsy Kings y Elvis Presley, pura esencia personal.

«Four out of five» de entre lo nuevo pero sabedores que la gente esperaba clásicos como «Brianstorm», «Don’t sit down ‘cause I’ve moved your chair», «Crying Lightning» y «Teddy Picker»Una presencia, la de Turner, que se lleva las miradas en las pantallas gigantes y en el escenario, puro alma crooner y rockera a su vez, integrando clásicos con temas tan personales y lentos como «Star Treatment» de manera magistral.

Pasábamos de momentos intensos y dulces como «One point perspective» y «Tranquility base Hotel & Casino» a otros de puro clímax rockero como «Do me a favour» y «Cornerstone» con la magia de la que solo unos pocos son capaces. Sin atisbo de queja por parte de sus fieles, sabedores del sube y baja de la música de Turner actual, la banda daba un recital musical, sonoro y visual.

Estribillos pegadizos como «From the ritz to the rubble» y «Srabella» para cerrar en lo alto con «I bet your look good on the dancefloor» y «R U Mine? con el que contentar a todos. No les hace faltan fuegos o una gran épica visual, simplemente Turner y un foco para, a base de guitarras, piano y, ante todo, su voz, liderar una función que quedaría para el recuerdo y donde lo viejo y nuevo funcionan como un todo sorpresivamente agradecido.

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Turno final, al menos para el que escribe estas líneas, para que FRANZ FERDINAND inundara de buen rollo el recinto de Valdebebas, todo en una noche muy agradable y menos fresca que la primera jornada. La banda tira siempre de repertorio y, aun habiéndoles visto muchos pocos meses antes en el DCODE, canciones como «Do you want to», «No you girls», «Walk way» y su pegadiza y reciente «Always ascending» sirven para montar una verdadera fiesta, y eso a las 2 de la mañana. Muy eficaces y con mucho seguidor, tanto que el público en un momento dado decidía saltarse las vallas de la zona vip para acceder lo más cerca posible a sus ídolos.

Alex Kapranos, al contrario que Alex Turner, es un maestro de ceremonias cercano, muy hablador y divertido para atacar con himnos tales como «Jacqueline, «Lazy boy» y romperlo con «Take me out» y «This fire» todo bajo un gran sonido y una entrega de ellos y nosotros total.

Y despedíamos antes de pasar por ese escenario carpa en el que MASSIVE ATTACK incomprensiblemente debían tocar y no lo harían. Y no lo hacían porque según rezaba la nota de prensa y comunicado in situ «la banda no tocaba porque molestaba el sonido del escenario donde ese momento actuaba Franz Ferdinand». Ante ello, y como parece nunca puede haber un día tranquilo en Mad Cool, las quejas del público volvían a encender las redes ante una de las mayores decepciones del día.

Foto: Miguel Rivera

Foto: Miguel Rivera

Lamentos aparte, la postura de la banda en cuestión a nuestro parecer fue una falta de respeto hacia su público. Con ello, y con un cabreo monumental de miles de personas «acampadas» en el escenario, despedíamos el festival para la tercera y última jornada. Cómo suceda, ya lo veremos.

Sábado 14 

Última jornada del macrofestival imperante de marcas y branding, de influencers y gente haciéndose fotos a veces impidiendo el paso y donde el postureo reina en todo momento, creando casi una esencia en la que la música parece un actor secundario.

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Así es MAD COOL para lo bueno y malo. Gente que apuesta por vestir de corto y dejar patente su modelito en redes sociales. Otra que busca un parque de atracciones de stands con parcela de cesped artificial y la que busca únicamente la música, y muy buena, porque tanto el sonido como el elenco de formaciones era el verdadero músculo de este festival.

Tras los conocidos problemas del primer día, con gente ya conocedora del lugar, de cómo entrar, de cómo llegar y aparcar, las colas y accesos ya eran lo habitual para un festival, moderadas y con ritmo. Todo en un tercer día que repetía temperaturas altas. Lo de los espacios de sombra en ese descampado llamado Valdebebas es para pensárselo.

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Lo de pagar con dinero y tarjeta, con muchos problemas esto último el jueves, es como caminar hacia atrás, pero la pulsera cashless que tanto se lleva en otros eventos musicales, aquí podría haber sido peor aún dadas las malísimas comunicaciones y cobertura de la zona, imposible para trabajar en redes sociales, por cierto.

WOLF ALICE arrancaba la jornada con su genialidad musical, medio camino entre el grunge y el rock alternativo, manejándose con la grandeza guerrera de Ellie a las voces y desgranando temas de su nuevo disco «Visions of a life» donde manejan los tiempos tanto en sensuales cortes como «Don’t delete the kisses» como en el rock genial de «Beautifully unconventional» mezclados con hits de su debut como «Bros».

Foto Miguel Rivera (Mobile)

Foto Miguel Rivera (Mobile)

Funcionan y tienen mucho feeling, liderando esa función garagera por momentos y enérgica por su genial vocalista.

Lo de andar es lo que tocaba durante todos los días. Espacios gigantes para moverse con tiempos y llegar a ver algo, aunque al final a lo sumo ves 3 o 4 bandas en un día al completo, si llega. Es por ello que picábamos bajo el sol algo del pop de tinte acústico de Jack Johnson que gustaba con canciones de la talla de «Banana Pancakes» y «Good people» y por otro escenario la esencia blues rock de KALEO.

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Poco de muchos, porque la distancia entre escenarios y el cansancio de 2 días a la espalda daba esa sensación interior de deambular de alguna manera por Mad Cool. Eso hasta que llegó el turno de QUEENS OF THE STONE AGE. Una de las bandas más esperadas que no defraudó. La formación de Josh Homme se marcó un conciertazo con todas las letras.

Foto Miguel Rivera

Foto Miguel Rivera

Qué manera de tocar, de crear atmósfera y cuajar con su público. Cortes de la talla de «The evil has landed, Burn the witch, , «Make it Wit Chu», «Little Sister» y «Go with the flow» sonaron para que la locura tomara el evento, más cuando en un arranque de cierto anarquismo en favor del «proletariado» el señor Homme hacía referencia al espacio VIP con el público diciendo a seguridad eso de «dejadles entrar».

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Dicho y hecho, lo que comenzaba por la entrada de algunos fans se tornó en carreras, saltos de valla e intentos por doquier racionados. Algunos conseguirían la hazaña, otros serían devueltos al «corral» y mientras, nos despistábamos de la música. Teniendo en cuenta que esto es MAD COOL podría haber derivado en algo que quedó en anécdota y saltos contados. Sin duda, una lección de músculo de  una máquina bien engrasada que elevó el estatus del día.

Llegaba el turno para el cabeza. DEPECHE MODE a quienes veíamos hace unos meses en el WiZink Center, por lo que la sorpresa, al menos para nosotros, era menor. Repetíamos balance y Dave Gahan y compañía volvían a dejar claro que su momento de forma es envidiable. Cual pizpireta Gahan se convertía en referencia visual, con sus bailes, brincos y vueltas para entonar míticas como «Precious», «Somebody» con Gore total protagonista a la voz o «World in my eyes» ante el jolgorio del público abarrotando el recinto.

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Un momento de nostalgia, de diversas generaciones que conocen cuando suenan las notas de canciones de la talla de «Personal jesus» o «Everything counts» donde Gahan pedía la ayuda del público, siendo contestado al unísono en cada canción.

Un estado emocional de miradas felices a nuestros alrededores, satisfacción que se elevaba gracias a un bis en el que nos mostrarían «Walking in mi shoes» y el grito que supone «Enjoy the silence» cubriendo musicalmente a Mad Cool en una nostalgia abrumadora que nos doblegaba en emociones con «Just can’t get enough» en un inmenso final, un «Back to the future past» en toda regla.

Foto: Miguel Rivera (mobile)

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Con los pelos de punta aún nos desplazábamos al escenario Mad Cool para entrar en la oscuridad más poderosa que tenía preparada NIN. La banda de Trent Reznor se convirtió de pronto en la figura de la noche. Un escenario con luces laterales en paralelo a modo de muro que iban a dar el juego perfecto a la siniestralidad musical de la banda.

Que manera de abrumarnos de forma impecable y con una crudeza inimiginable con «Somewhat damaged», «Wish» y «The day the world went away» todo con imágenes en blanco y negro retransmitidas desde el propio escenario con un cámara, dándole más locura a lo que veíamos.

Reznor es un poderoso frontman de carisma llamativo, dejando caer eso de «nuestro último concierto del tour europeo hasta no sabemos, quizás última vez» ante un NO inmenso del respetable. «March of the pigs» nos envolvía en un torbellino musical dentro de un concierto donde lo electro industrial y el rock metal sonaron a gracia infernal. Una especie de película de terror musical de la que aún suenan los ecos de temas de envergadura endiablada como «The lovers», «Shit mirror» y «God break down the door».

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La gente hablando de la fuerza y genialidad del grupo alrededor de un servidor para volverse locos con «Closer» una patada al estómago y «Copy of A» ante el sudor de muchos y la incredulidad de lo que estábamos viendo de otros.

Un juego visual aderezado por lo impactante de una luminosidad alocada, casi epiléptica para cerrar a golpe de musculatura musical «The hands that feed» y «Head like a hole». NIN se conviertieron tras eso y de forma más que merecida, en el gran vencedor de la noche.

Así y llevados por el río de masas, donde algunos despedían definitivamente el recinto, nos movíamos a la locura pop de la diva DUA LIPA, con muchas jóvenes en las primeras filas y madres acompañando a hijas para una artista que hace mover el esqueleto aunque no sea lo tuyo. Juventud, belleza pero ante todo talento.

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Dos cantantes de apoyo, un chicas para acompañar a Dua en las coreografías de temas como «One kiss», «IGDAF» y «New rules» todo el contoneo y movimientos de Lipa en todo momento, pidiendo el aliento de su público y agradeciendo su presencia allí. No dudaba en bajarse del escenario para saludar a los suyos y subirse en la valla a cantar para regocijo de los fans. Con «Scared to be lonely» o la épica de «No goodbyes» la cantante dejaba alto el pabellón mientras poníamos rumbo a la salida.

Despedíamos así una tercera edición de un MAD COOL extraño. Inmenso en lo musical, muy buenas bandas y gran sonido y sabor agridulce para un evento que tiene que mejorar al cambiar de recinto. Mejoras de accesos y comunicaciones entre lo más demandado. Quedará para el recuerdo el túnel de entrada que bien recordará a muchos algún capítulo de The Walking Dead, donde todo terminaba con un bus de la EMT colgando de un puente a las 6 de la mañana de hoy sin pasajeros, y sin Rick Grimes por los alrededores. Más épica infernal.

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En definitiva, la música se instaló definitivamente en un evento social  del que siempre hay cosas que contar, para lo bueno y lo malo.

Miguel Rivera