RUBÉN POZO

Sala Moby Dick, Madrid

21/07/2022

El músico Rubén Pozo ha demostrado, a lo largo de la última década, su humildad y amor por el oficio de músico, sabiendo empezar de nuevo tras el éxito de Pereza una década antes, todo partiendo de la sombra de un Leiva que se fue llevando los focos.

No importa, Rubén ha ido trabajando poco a poco, facturando discos con mucha personalidad para, en pleno 2022 lanzar su obra más madura, personal y profunda. «Vampiro» no solo ha recibido los aplausos de sus incondicionales, medios y público más alejado quizás de su propuesta se han puesto de acuerdo para acoger con los brazos abiertos una obra tan sincera, emocionante y tranquila que, para quien firma estas líneas, supone de lejos su mejor trabajo.

Esta faceta más acústica, de guitarra y voz ha servido para que al artista le haya ido bien en pandemia pero ante todo, para recibir entre aplausos a un público necesitado de sentir el calor de unas canciones en directo que funcionan con auténtica personalidad, todo junto a algunos de sus clásicos que complementan un repertorio exquisito.

ruben pozo moby dick

En el día de su cumpleaños, Rubén Pozo ofrecía otro concierto más en su ya segunda casa, una Moby Dick a reventar para volver a verle, ahora con sus nuevas canciones que ponían a prueba el «convertirnos» o no tras pasar por la puerta como simples mortales.

Hacía acto de aparición Rubén en solitario, a guitarra y voz para dar el protagonismo que merece a sus nuevos temas, esos que se ha construido de esa manera y que ya abrazábamos de primeras. Le cantaba el público un cumpleaños feliz vampírico para comenzar con el tema que da título a su cuarta obra, delicadeza excepcional para quedarse con la «Gente», esa que acompañaba en alto a la voz, mientras que lo social de «Abel y Caín» se llevaba los aplausos de rigor.

ruben pozo concierto moby dick

Tres canciones intimistas y exquisitamente ejecutadas antes de dar las gracias y explicar que el calor que estábamos viviendo se debía a la rotura del aire acondicionado el día anterior, subsanado de manera urgente con unas máquinas de frío con las que tratar de sufrir menos en un día con 40 grados.

El calor apretaba y el del público también, en una parte inicial de concierto de las que gustan, donde un artista se «desnuda» en alma y voz, con esa esencia humilde y sincera que despliega Rubén en canciones como «Tras la tormenta» y «Tu que tal», con las gotas de sudor cayéndole como quien viene de correr.

Rubén maneja muy bien los tiempos en vivo, sabiendo hipnotizarnos cual vampiro sin necesidad de trucos visuales, una guitarra y voz a la que se sumaba su amiga Ana, quien colabora en su disco y que confluyen en vivo de manera notable.

ruben pozo y alvaro suite

Romanticismo musical en «Haciendo lo mío», y llegando después Álvaro Suite a la guitarra para los tres ofrecer una tercera versión del directo donde todo funciona. La sinergia guitarrística entre ambos y la dulce voz de Ana en la que dejan cualquier distracción visual para dar protagonismo a las canciones. Así, en esa conexión que desprenden el público entraba más y más, no es para menos «Algo que decirle al mundo» porque aunque no quede nada que decir lo digo como el gritar «Me pareces increíble» otro de los temas que como en el disco son de los que mejor funcionan, y el ritmo de «Llamame brisa» esa por la que pagaríamos en esos momentos ante un final de guitarra a dos que sonaba a magia acústica. 

En ese tono llegaba el turno de uno de los temas mas intensos «Ya no eres mi problema», «Tonto de tanto», y su increíblemente pegadizo «Rucu Rucu» otro de los cortes más queridos del set.

Sorprende lo bien que funciona la alternancia de temas más movidos con el nuevo material, todo sonando en electro acústico con dulzura, buen rollo y sentimiento, para atrapar igual de bien con su «Mañana es lunes» o ese descenso final con la frescura divertida de «Chatarrero», el ritmo genial de «La chica de la curva» a la serenidad dulce de «Margott» con «Esta es mi canción», dejando patente la química vocal en vivo Rubén y Ana.

ruben pozo concierto moby dick madrid

Las palmas, la entrega total de dos chicas en primera fila y la felicidad de tocar «Guitarra española» para abrazar a esa «Chavalita» convertida en el rincón favorito de «Madrid», servían para brillar en esa ciudad de Pereza llena de nostalgia en una noche de verano de aplausos y emociones con un músico que, décadas después, sigue creciendo a nivel personal y musical.

Dos horas de entrega y humildad sonora fueron las que Rubén Pozo necesitó para convertir la Moby Dick en su particular La Teta Enroscada, a la que entramos como mortales y de la que salimos convertidos en privilegiados vampiros.

Texto y fotos: Miguel Rivera